Falso Amor Del Italiano romance Capítulo 19

LYNETTE

Son las dos de la mañana y dejo a mis hijos dormidos en el cunero, hace una hora que estuvieron inquietos, llorando, los alimenté, estoy a nada de volver a mi habitación y tratar de conciliar el sueño, cuando la puerta se abre de la nada, dándole paso a un Brentt con ojos como llamaradas. Me es imposible sostenerle la mirada, le indico en silencio que no hable por los gemelos, sus hombros se relajan.

Pasa de largo junto a mí, imaginarlo con Yara sobre sus piernas, hace que sienta una punzada extraña en el pecho. Mientras me dirijo a la puerta, le miro de soslayo, acaricia a nuestros hijos y salgo abrazándome a mí misma, entro a la habitación, antes de que pueda cerrar, él me lo impide.

—¿Puedo saber por qué te has ido? —me reclama.

Él huele a perfume de mujer, es lo único que pienso.

—Estaba cansada, tuve un ataque de…

—Si te pido que te quedes en un lugar, lo haces y ya —espeta sin darme tiempo de decir algo más.

Me quedo callada y él me sostiene la mirada, eso es lo que es, solo somos un matrimonio por contrato, respiro hondo, sello mis labios y espero a que él siga hablando, si no le llevo la contraria, se irá y todo estará bien.

—Lo siento —susurro mirando al suelo.

Hay un breve silencio que me resulta ensordecedor, uno que hace que incluso los oídos me piten.

—Roman me lo contó todo —dice de repente—. No puedes irte con cualquier hombre, no tienes idea de lo que son capaces de hacer.

Hay un suave olor a alcohol que emana de su boca, lo sé porque de dos zancadas merma el espacio que hay entre los dos e intenta tocar mi rostro, sus pupilas se dilatan y su respiración comienza a ser irregular.

—En una semana será la boda por la iglesia, en un par de horas vendrá una mujer de la organización para ayudarte con los preparativos —me informa.

Intento retroceder cuando esas palabras brotan de su garganta.

—Yo…

De pronto rodea mi cintura con su brazo, el acto es demasiado rápido para que lo pueda evitar. El asunto es que cuando de la nada y sin razón alguna intenta besarme, la imagen de Yara en sus brazos y en lo que posiblemente hizo con ella después, hace que reaccione y le aparte.

—¿Qué haces? Prometiste no tocarme, viene estipulado en el contrato —replico.

Eso parece regresarlo a la realidad, él me observa extrañado, como si hubiera despertado de un profundo sueño. Se aparta de mí como si mi piel le quemara, recobra la postura y se dirige a la puerta.

—Descansa, Lynette.

Acto seguido sale de mi habitación y con ello mi orgullo se queda en el suelo, mis ojos se llenan de lágrimas, de pronto, mi móvil suena, se trata de Zair, a quien le respondo con tal de no pensar en lo que acaba de pasar.

—Hola, siento que sea demasiado noche —dice al momento en el que atiendo—. Solo… quería saber cómo estás.

Ladeo una sonrisa de media luna. Lo conozco, esto solía hacerlo cuando salíamos juntos, solía llamarme si le preocupaba algo, o si sabía que estaba mal, venía hasta casa y comía helado de vainilla conmigo, pasábamos horas y horas abrazados, hasta que me quedaba dormida, luego, a la mañana siguiente, despertaba sola.

—Me encuentro bien —respondo en un susurro—. Gracias por preocuparte.

—No lo estoy… es solo que…

—Te conozco como tú me conoces, de hecho —me tumbo en la cama—. Me parece que eres el único hombre que me entiende y que me puede hacer sentir mejor.

—Siempre.

El remordimiento me golpea.

—Zair.

—Dime.

Me incorporo.

—Siento mucho todo el daño que te hice en el pasado, me parece que nunca te lo dije porque me fui antes —confieso con lentitud.

—Eso es pasado, oye, tengo que colgar, me alegra que estés bien, cuídate y cuida de tus hijos.

Como siempre, me corta, me merezco esto por mala persona.

—Buenas noches.

—Adiós, Lynette.

Colgamos y doy un respingo al darme cuenta de que Brentt está bajo el umbral de la puerta.

—¿Teniendo amantes? Esposa.

—No, solo es un…

No reparo en que solo trae puestos pantalones de chándal, su torso está descubierto.

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