Falso Amor Del Italiano romance Capítulo 3

LYNETTE

Abro los ojos lentamente, esperando que todo haya sido más que una pesadilla, la boca la siento pastosa y me tomo el tiempo para respirar con profundidad, aclarar mis ideas, me incorporo, justo cuando la puerta se abre y entra el doctor. Quien resulta ser nada más y nada menos, que mi ex novio de preparatoria.

—Lynette, nos volvemos a encontrar.

Me quedo sin habla en cuanto veo a Zair, de pronto, me entra el remordimiento por lo que hice en el pasado y cómo actué, incluso no puedo sostener la mirada por mucho tiempo, la vergüenza y el desazón me invaden, me muerdo el labio inferior, moviendo mis manos con nerviosismo.

—¿Te han dicho algo? —rompe el silencio que nos envuelve.

Niego con la cabeza.

—Cuando desperté solo dijeron que me asististe, al parecer había una toxina en mi sistema, pero me salvaste —mi corazón comienza a bombear a toda velocidad—. ¿Puedo ver a mi bebé? La enfermera y la doctora no me han querido decir mucho.

Puedo notar cómo el cuerpo de Zair se tensa, mantiene las manos dentro de los bolsillos de su bata y no deja de mirarme con esos ojos de un azul tan claro, con motas grises.

—Tuviste gemelos, Lynette —confiesa con lentitud—. Me contaron sobre tu embarazo por subrogación, sé que apenas nos vimos y no hemos hablado en años, pero… ¿Por qué lo hiciste?

Respiro con profundidad, gemelos, tuve, gemelos.

—Ambos varones —responde como si pudiera leer mi mente.

—Gracias —relajo mi cuerpo.

Sabía que al nacer, no tenía tampoco derecho a verlos, es solo que mantenía una pequeña dosis de esperanza para que pudiera ver a mi bebé, en este caso, bebés.

—Mi madre tiene un problema de corazón, hace cinco años que lo descubrimos, el asunto es que pude hacerme cargo de los gastos, con el tiempo, su estado de salud iba en caída, el doctor dijo que era necesario un nuevo trasplante, antes de un tratamiento, esas cosas salen caras, busqué y encontré uno que otro trabajo, nada era suficiente con los gastos que se vinieron después, por ello, encontré esta solución y podré sacarla de la lista de espera que parece interminable para adelantar las cosas —me quedo sin aliento.

—Entiendo —susurra—. Un contrato millonario, supongo.

—No sé mucho del padre, solo sé que se llama Alan Soto y que vive aquí, en San francisco —arrugo la nariz.

Zair parece estar memorizando cada una de las palabras.

—¿Sabes cómo es? —se pasa los dedos de la mano por la barbilla, a modo de hacerlo ver como un anciano sabio—. ¿Puedes describirlo?

Frunzo el ceño.

—¿Por qué el interés? —enarco una ceja con incredulidad.

—Curiosidad —espabila—. Bueno, el asunto es que al parecer el abogado encargado del contrato, se llevó solo a un bebé.

—¿Por qué? —me pongo en alerta, temerosa de que no cumpla y no me dé la segunda parte del dinero para la operación de mamá.

—Uno de los gemelos nació débil, lo siento, de hecho, no debería decirte esto, pero cuando fui a cuidados intensivos, una mujer vestida de enfermera, intentó asfixiarlo —dice.

El miedo y la incertidumbre me golpean duro, una corriente eléctrica recorre todo mi cuerpo, el pecho me sube y baja, hago un recuento de los daños y rápido busco mi móvil, Zair me pasa la maleta con las cosas que había preparado, encontrando el móvil, le llamo al abogado, no responde, hago cinco intentos más, pero me dicen que el número está fuera del área de servicio, hago un último intento con el número del señor Alan Soto, obteniendo el mismo resultado.

Cuando por fin me rindo, comprendo todo, él quería solo un hijo, lo dejó claro, seguro que cuando se enteró de que eran gemelos y de que uno de ellos había nacido débil, pensó que podía deshacerse de él, lo mandó matar, no lo quiere. La barbilla me tiembla y mis ojos se llenan de lágrimas que no tardan en rodar por mis mejillas, humedeciendo todo a su paso.

—Lynette, si me permites darte un consejo, tal vez lo mejor es que desaparezcas por un tiempo, si intentaron matar a tu bebé, es por algo —añade Zair en tono sombrío.

Justo en ese momento suena mi móvil, de hecho, es una notificación por parte del banco, en la que me dicen que la transferencia de la segunda parte del pago, ha sido realizada, lo que me confirma que, en efecto, el señor Alan Soto no quiso al bebé.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Falso Amor Del Italiano