Heredero de un multimillonario romance Capítulo 24

El guardia de la entrada del refugio deja caer su cigarrillo de la boca cuando ve que un coche de lujo se acerca a la destartalada puerta, tocando insistentemente el claxon. Lo abre con una bala, y consigue salir de él también.

La tensión nerviosa se desliza desde la nuca hasta los talones. No estoy acostumbrado a estar en compañía de un hombre tan serio, pero sé a ciencia cierta que me dejarán entrar en el orfanato sin problemas. Después de todo, me acompaña el propio Uvarov.

Antes, solía venir a Denis todos los días, parándome cerca de la puerta, pero no me dejaban entrar. Por alguna razón, el director siempre me rechazaba. La última vez que estuve aquí, me escupió esta frase con veneno en la voz:

- ¡Salgan ahora! ¡Estoy harto de estar aquí! Tu hermano está a punto de ser adoptado por una pareja rica de Alemania.

- Qué... ¡No! ¡No lo permitiré! ¡No puedes! ¡No, por favor! ¡No nos hagas esto!

- ¡Fuera!

Y me cerró la puerta de metal en la cara, cerrándola.

Me sentí mal. Asustado de verdad. ¡No debo dejar que esto ocurra!

Si Deniska es adoptado por extranjeros, significa... que se lo llevarán al extranjero y puede que no volvamos a vernos.

Me parece que la directora intentaba ocultar un detalle importante. Era obvio, por sus ojos astutos y malvados, que quería vender a mi hermanito, ¡como suele hacer! Y estos casos no son nada nuevo. Especialmente si lo hace con un par de gays.

¡No puedo ni pensar en eso!

Antes de que el coche pueda detenerse en el porche, tiro de la manivela y salgo a la calle, corriendo hacia los maltrechos escalones de hormigón.

- ¡Yana! Mierda..." La voz amenazante de Damir me golpea en la espalda. Me alcanza rápidamente y me agarra del codo. - Relájate. No hay fuego, ¿qué prisa tienes? No es seguro saltar con prisas.

Me hizo girar para que me pusiera frente a él, mirándole fijamente a la cara.

- Espero que no hayas olvidado lo que hablamos. Tengo que tener cuidado... ahora me perteneces.

Me agarró la barbilla con los dedos, apretándola enérgicamente. Haciendo que me hunda en la gélida oscuridad de sus ojos.

- Debes cuidarte. ¡Y recuerda! Que si le pasa algo al niño...", apretó más. - Te mataré.

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