Jefe Atrevido: Amor Retardado romance Capítulo 11

Vanesa no se bajó de inmediato, sino que se apoyó en la ventana y miró hacia la playa durante un rato.

Debía haber mucho trabajo preparatorio para esa cena de hoguera, así que salir ahora tampoco le serviría de nada.

Vanesa se tomó dos selfies con su móvil y las publicó en Momentos.

En la foto salía sonriente, las trenzas le daban un toque juguetona.

Como estaba en su mejor edad, ni siquiera necesitaba filtros para ese rostro joven que tenía.

Vanesa echó unas miradas a la foto antes de apartar el móvil, pero ella sabía que nadie miraba sus Momentos.

No tenía amigos en Whatsapp. En el pasado agregó a algunas personas de la familia Icaza. Ahora no sabía si esa gente la borró de sus contactos.

Vanesa se tumbó en la ventana hasta que oscureció afuera. La playa estaba animándome mucho.

Estiró la cintura y salió sin prisa.

La cena en la playa ya había comenzado. El hotel había montado un escenario, ahora mismo había hombres y mujeres bailando en él.

Bajo el escenario la gente no paraba de vitorear.

Había mesas y sillas en un gran tramo de playa cerca de allí, en las que había todo tipo de bebidas y aperitivos.

Vanesa se acercó y miró a su alrededor. Ahora esos puestos estaban casi llenos de gente.

Como Vanesa no tenía prisa, buscó un puesto lentamente.

Al ver eso, el personal del hotel se apresuró a acercarse.

—Señora, ¿está sola? Venga y siéntese aquí.

Señaló una mesa.

Era extraño que sólo hubiera cuatro personas en esa mesa, encima todas eran mujeres.

Vanesa asintió.

—Gracias.

Ella se acercó para sentarse directamente.

Las mujeres en esa mesa deberían haber venido juntas. Después de mirarse entre ellas, empezaron a charlar alegremente por sus cuentas.

Vanesa tampoco se sintió avergonzada, se sirvió una copa de vino tinto, se apoyó en la silla y empezó a beber lentamente.

Pero nada más sentarse un rato, un hombre vino hacia ella.

El hombre venía por Vanesa, sostenía una copa de vino en la mano.

—Hola, ¿te importa que me sienta aquí?

Vanesa volvió la cabeza para mirarlo.

Como esas mujeres se juntaron entre ellas, dejaron todo a su alrededor vacío.

Vanesa arqueó las cejas.

—Claro que no.

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