Jefe Atrevido: Amor Retardado romance Capítulo 31

Vanesa no vio a Santiago y Adam desde hace tiempo.

Fue al ascensor con Edgar. Edgar presionó primero el número del piso, Vanesa sonrió y presionó al azar el número dos pisos por encima del suyo.

Mientras subía el ascensor, Edgar le preguntó a Vanesa cuánto tiempo pensaba quedarse aquí.

Vanesa pensó un rato y se le escapó una mentira,

—Me iré pronto, mi amiga me invitó a ir a otro lugar.

Edgar parecía un poco arrepentido.

—Tan rápido.

Vanesa asintió.

—No pasa nada, podemos contactarnos a menudo después.

El ascensor se detuvo en el piso de Edgar, y cuando Edgar salió, Vanesa lo despidió con la mano.

Después de que se cerró la puerta del ascensor, Vanesa volvió a presionar el botón de un piso superior.

Apoyándose en el ascensor, Vanesa suspiró.

Reír ante un desconocido era realmente una tortura, y en realidad, no quería reír en absoluto.

Después de que se abrió la puerta del ascensor, Vanesa regresó directamente a su habitación.

Arrojó su móvil en la cama y se apresuró a darse una ducha.

Todo su cuerpo estaba pegajoso y se sentía incómoda.

Mientras se duchaba, Vanesa bajó la cabeza y miró su cintura, que llevaba algunos moretones en ambos lados.

Santiago, ese cabrón, no era realmente misericordioso en ese momento.

Estaba muy cansada, se duchó rápidamente, luego se cambió de ropa.

De hecho, comió algo de fruta antes de irse, pero esa actividad física le hizo tener mucha hambre.

Vanesa llamó al servicio de habitaciones y pidió mucha comida, sin embargo, esperó por un buen rato y la comida que pidió no fue entregada.

Vanesa se levantó de la cama, y salió directamente.

El pasillo estaba muy vacío y no había ningún personal de servicio, y caminó hacia el ascensor para ver si la estaba entregando.

Cuando llegó al ascensor, justamente la puerta del ascensor se abrió, pero la persona que salió no era el camarero para entregar su comida.

Vanesa se quedó aturdida.

—¿Por qué vinisteis vosotros?

Santiago no dijo nada, sino que le echó una mirada y se volvió hacia su habitación.

Adam se quedó junto a la puerta del ascensor.

—También vivimos en este piso.

Vanesa se rio.

Claro, Adam pudo reservar asientos adyacentes para ella y Santiago, no sería difícil para él que consiguiera habitaciones del mismo piso.

—Vale. —dijo Vanesa.

Ella volvió la cabeza y miró la espalda de Santiago.

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