Jefe Atrevido: Amor Retardado romance Capítulo 8

Al día siguiente, Vanesa fue al aeropuerto temprano con su equipaje.

Como la hora del vuelo era demasiado temprano, Vanesa bostezó todo el camino.

Poco después de llegar al aeropuerto, el locutor comenzó a llamar a los pasajeros del vuelo para que subieran a bordo.

Adam le reservó un billete de clase ejecutiva. Vanesa entró primero, por eso el asiento a su costado aún estaba vacío. Guardó el equipaje y bostezó varias veces después de sentarse. Entonces la gente empezó a subirse uno tras otro, pero no había muchos.

Vanesa echó un vistazo a su alrededor, luego se tumbó en una posición cómoda, luego se puso el antifaz y durmió.

Tal vez fue porque ayer no durmió bien, de modo que Vanesa sintió que se quedó dormida al cabo de un rato de cerrar los ojos.

No sabía cuándo llegó el pasajero del asiento de su costado, tampoco le importaba.

Su sueño no dio su fin hasta que la azafata vino empujando el carro.

Alguien dio toques suaves a Vanesa, luego la voz de la azafata sonó,

—Disculpe señora, ¿necesita algo de beber?

Vanesa levantó el antifaz para dormir y entrecerró los ojos.

—Soda con hielo, gracias. —Después de que la azafata le sirvió, el pasajero de su costado le ayudó a traerlo. Vanesa dio las gracias cuando la tomó sin levantar la cabeza, pero después de tomar un sorbo, se sonó

—De nada.

«Espera, ¿por qué esta voz es tan familiar? De verdad, muy familiar»

Vanesa, muy despacio, giró la cabeza para ver quién era, se quedó estupefacta.

¡Era santiago!

Santiago la miró durante unos segundos antes de girar la cabeza, le dirigió la mirada a Adam que estaba sentado al otro lado. Adam se cubrió la cara, desde que se subió al avión y Santiago se enteró de que la persona a su lado era Vanesa, ya no se atrevió a cruzar la mirada con Santiago.

Vanesa también miró a Adam enarcando las cejas lentamente. Por su lado, Adam les dio la espalda a los dos y se puso los auriculares, tratando de actuar como si no supiera nada.

—Adam me reservó el billete, no lo sabía.

Santiago simplemente asintió. Su actitud seguía siendo tan fría que algunas de las preguntas que quería hacer Vanesa se detuvieron en su punta de la lengua.

Ahora ya era incapaz de entrar en sueños, Vanesa sacó la tableta y comenzó a ver series.

Originalmente no le gustaban las series, pero para pasar el tiempo aburrido descargó algunas series divertidas. Pero mientras miraba, sus ojos se movieron hacia otro lado.

Santiago estaba revisando los documentos sosteniendo la computadora portátil. Llevaba gafas antifaz, tenía una pinta que Vanesa nunca había visto.

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