El tiempo que había contado y calculado para la fecha del nacimiento de mi bebé, tal vez en estos momentos lo tuviera en mis brazos, amándolo y cuidándolo. Era como una daga que se retorcía en mi corazón cada que pensaba en él o ella.
‒ ¿Cuánto tiempo piensas qué debe pasar?
Lo dije casi gritando.
‒ Ya te dije que no tengo idea.
‒ Entonces no pienses como si yo lo supiera, podrían pasar días, meses, años o toda la eternidad.
‒ No actúo como si tú lo supieras, solo quiero que mi hermano vuelva a ser el mismo de antes.
No les podía prometer nada, ni yo estaba seguro de si eso pudiera volver a pasar, esas son heridas que ni con los años se lograban sanar, siguen vivas y abiertas.
‒ Sé que he sido una persona de lo peor y mi trato ha sido horrorosa, siento haber perdido la cordura, Solo el tiempo lo dirá.
‒ No, en tu estado deberías descansar y comer a tus horas, de seguro no comes en todo el día.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Jefe, pronto seremos tres!