¡Jefe, pronto seremos tres! romance Capítulo 27

Oigo un ruido molesto y desagradable, que se logra meter a través de mis oídos sacándome de un profundo sueño. Era la primera vez que despertaba después de la alarma, aun así era temprano, el cuerpo lo sentía renovado y descansado, más quería seguir acostada por lo menos, cubrirme y volver a soñar despierta, pero eso no era posible, el trabajo esperaría por mi durante todo el día, por más que quisiera no lo podía dejar esperando, además no se iba a hacer solo, levanto mi satisfecho cuerpo de la cama y me acerco a la ventana, recorro las cortinas.

Había sido una noche lluviosa, el frio entraba por cualquier espacio disponible, solo esperaba que no fuera un día demasiado helado, vivir en New York, era vivir al filo del congelamiento, me asomo por la ventana y tal parece que el clima está confabulándose conmigo, empiezan a filtrar entre las pesadas nubes unos cuantos rayos de sol, los primeros de la mañana, no alcanzaban a calentar del todo, pero de eso a nada, los prefería.

Los sucesos de la noche anterior me tenían en vilo, como una simple cena se haya convertido en algo espectacular, llena de sonrisas y coquetas miradas ¿esto que se está formando en mi pecho qué nombre debo ponerle? Ya había sentido antes así, pero no con esta intensidad, como si las cosas se estuvieran acomodando de nuevo en su lugar. Pongo el agua en su punto para poder meterme a bañar, la calidez del agua hace que se me olviden las ganas que tengo de regresar a la cama, termino el baño y pongo la ropa que llevaré el día de hoy, seco el pelo y lo recojo en una coleta alta, pongo crema humectante en el rostro y me dispongo a preparar algo de desayuno, estoy lista para iniciar un hermoso día.

Debía admitir que Owen tenía algo especial, lo había sabido siempre, pero anoche se me figuraba exótico y romántico a la vez, un contraste casi irreal, no parecía el príncipe de hielo con corazón de piedra que había escuchado de boca de otras mujeres, para mí era un encanto de hombre, era fuerte y seguro de sí mismo, mejor imposible, ya estaba deseando que pasaran esos dos días, porque he llegado a sentir que mi cuerpo no me obedece, me traicionaba cada vez que lo tenía cerca, espero que lo haya disimulado bien y no se haya dado cuenta, no podría demostrarle tan rápido el efecto que me causaba, tendría que ir asimilando mi nueva realidad, un futuro con Owen, aquello no sonaba nada mal.

Pero antes necesitaba terminar de cerrar este dichoso capítulo en mi vida, entregar todo lo que le pertenecía a Justin, de ser posible, llevándole todo directamente a su casa, era lo más lógico, para no tener que lidiar a la salida de la empresa con sorpresas y disgustos, ya no quería tener tantos encuentros con él.

Inmediatamente marco el número de Jillie, me manda directo a buzón, debí suponerlo, todavía debe estar durmiendo y como de costumbre el móvil apagado, ¿acaso no sabe de las emergencias, un incendio? ¿Qué sé yo? Por lo regular Jillie despierta un poco más de las siete, como es su propia jefa no tiene que llegar temprano a su oficina, pero eso sí, es la última en salir, deja organizado lo del día siguiente y en algunas ocasiones se lleva trabajo a casa, se toma su tiempo en planear los diseños y decoraciones, hace su trabajo de manera profesional y eficiente.

A las siete en punto recojo mis cosas y las guardo en el bolso, avanzo hacia la puerta, salgo y me dirijo a la calle, efectivamente ya el sol quiere brindarnos sus más cálidos rayos, se empieza a despejar el cielo de las densas nubes que lo acompañan. En las mañanas como es costumbre, el tráfico en new york es de verdad terrible, es una pesadilla, me alegro de haber encontrado casa cerca del trabajo y en verdad un coche nunca me ha hecho falta.

Mientras voy caminando observo los árboles, que tienen un colorido más verde que el verde que normalmente tienen, disfruto el olor a tierra mojada, esa que nos regaló la noche anterior, mis oídos se sumergen en los sonidos a mi alrededor, el cantar de las aves del parque, el ladrido de un perro a lo lejos, también el murmullo cálido de las personas que pasan a mi lado, las cosas me parecen maravillosas, tienen un brillo que no me había puesto a analizar con anterioridad, me encontraba en el más puro estado de admiración, eso no lo veía antes, no lo sentía antes, era como si mi mundo girara en otra dirección.

Ahora le ponía más atención a todo lo que pasaba a mi alrededor, era como si viera por vez primera lo agradable que son las nubes cubriendo parte del cielo matinal, ellas también tienen su función, no solo se cargan de agua para brindarnos la limpieza de la lluvia, algunos podrán pensar que es solo frio todo el tiempo, en otros lugares necesitan de esa lluvia, desean que por lo menos alcance para mojar sus sembradíos y nosotros despreciándola a cada momento.

Después de tantas cavilaciones y ensoñaciones, empieza a sonar el móvil, me imagino de quien es esa llamada, contesto no sin antes percatarme de quien se trata.

‒ Hola amiga, por accidente dejé desconectado el móvil, ya estoy siendo más consciente de lo importante que es estar conectada con el mundo ‒ claro, como ya ha recibido los suficientes regaños como para no tomarlo en cuenta.

‒ Hola Jillie, ¿cómo estás?

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