¡Jefe, pronto seremos tres! romance Capítulo 28

Todos los asuntos de Jillie eran urgentes, desde una ruptura de uña, un pleito con su novio o unos zapatos que le habían encantado y los necesitaba con esa urgencia tan característica en ella, su mundo era toda urgencias, pero así la quería, era mi mejor amiga desde hacía bastante tiempo, me había acostumbrado a todo lo que conllevaba estar en su urgente vida.

‒ A las ocho y media me queda perfecto.

‒ Ahí estaré, te mando besos.

‒ Bye.

‒ Bye.

Estando a unos cuantos pasos del edificio donde se encontraba el bufete, me comienzan a entran los nervios, pienso que es normal, no todos los días tienes que enfrentarte a un posible candidato para pareja, novio a miras hacia el futuro. El estómago lo sentía a mil, hacen dos meses no sentía tanta ansiedad por ver a alguien, era algo confuso, quería y no quería, no creo que sea a la única que le pase, eso me consuela un poco.

Una vez atravesé el vestíbulo para subir al ascensor privado que me llevaba a la oficina central, una vez se abren las puertas, entran varios de mis compañeros a la caja transportadora, nos saludamos con un movimiento de cabeza, mucha gente estoy segura que todavía viene dormida, algunos van bajando a sus respectivos pisos, luego de unos minutos quedo completamente sola. Llego al último piso y oprimo la clave de acceso, se abren las puertas y prosigo a salir.

Desde el momento en que he cruzado la puerta de la oficina, me envuelve un aroma dulce, me quedo más que asombrada al llegar a mi escritorio, en un solitario con dos hermosas rosas, no estaba equivocada al distinguir su aroma, levanto la nota y me deja boquiabierta al leerla, con su propio puño y letra me escribe.

Estoy contando los días, no tardes mucho.

O.

¿Qué puedo hacer? me he quedado muda y no soy capaz de enhebrar un razonamiento lógico, no me siento presionada, más es inevitable el sentimiento de asombro e inquietud. Trato de respirar normalmente y no lo logro. Estoy hecha un manojo de nervios, si giro la cabeza, sé que está pendiente de mi reacción, de cualquier movimiento que haga de ahora en adelante, eso llena mis pulmones de adrenalina. Totalmente emoción es lo que corre por mis venas.

Me enfrento a lo inevitable, giro hacia su despacho, no me está mirando, se encuentra entretenido hojeando unos documentos de unas carpetas que le dejé el día de ayer, tal parece que no le está poniendo el interés que se requiere, no sé si ha intentado por lo menos leerlos, me temo que no está concentrado y divaga en sus pensamientos, son documentos importantes que debe firmar y una vez que lo haga tengo que enviar a primera hora o de ser posible a más tardar antes de las diez.

Él se volvió para mirarme, dedicándome su hermosa sonrisa. Trato de que a mi mente lleguen las palabras para poder agradecerle o decir cualquier cosa, pero por unos instantes se reúsan a seguir el mandato de mi cerebro y se niegan a salir de mi boca.

‒ Gra...gracias ‒ logro tartamudear, ay, Dios mío, debí verme como una consumada subnormal. El corazón me golpea el pecho, no puedo creer que me tenga así, no es normal mi comportamiento. Hubiera preferido permanecer callada o darle un movimiento de cabeza a forma de saludo y agradecimiento.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Jefe, pronto seremos tres!