¡Jefe, pronto seremos tres! romance Capítulo 34

Me recuesto en el sofá porque de un momento a otro siento que me desmayo, paso mi brazo por sus hombros trayéndola junto a mí. La reconforto, no sé cómo me sentiría si estuviera pasando por esta situación, sé que en ella también encontraría el apoyo y mucho más, es como si fuera mi hermana. Me daba cuenta que la vida te podía sorprender de un momento a otro. Suspiré en lo más profundo de mí ser e hice que volteara a verme.

‒ Así como lo oyes, me he sentido fatal estos últimos días, es algo extraño, aún faltan días para el período, no tengo ningún atraso, unas veces me siento deprimida apagada sin ganas de nada, ganas de llorar y otras tengo mareos, náuseas y mucho, mucho miedo, son todos y cada uno de los síntomas de un embarazo.

‒ Pongámonos claras, no necesariamente tiene que ver con un embarazo, de seguro son síntomas pre al período, nos ha pasado. O lo más seguro es que estés pasando por un estado o crisis de estrés muy fuerte, con eso de la boda, estas muy tensa, no descansas bien entre otras cosas.

‒ Son síntomas muy claros e inconfundibles, todo me pasa en las mañanas y tengo mucho sueño después de la comida, aparte me siento como un zombi.

Saca de su bolso un paquete con tres pruebas de embarazo, creo que, con una era suficiente, esas pruebas son seguras el noventa y nueve punto nueve por ciento.

‒ Traje tres pruebas para que me ayudes y tú te hagas por lo menos una.

Fijé la vista en ella como si se hubiera vuelto más loca de lo que ya estaba.

‒ No necesito hacerme una prueba de embarazo, eso lo tengo muy claro.

Su mirada denotaba ruego, aun así no me iba a prestar para una más de sus ocurrencias, era ilógico.

‒ Necesito tu apoyo.

Y lo tiene incondicionalmente, solo que no de esa forma, contaba conmigo en todo lo que quisiera, menos con eso.

‒ Si quieres te puedo tomar de la mano en lo que esperamos el resultado.

Digo con ironía, de la cual recibo como respuesta una mala cara con mueca de su boca.

‒ Se supone que eres mi amiga.

‒ Deja el drama Jillie, entra al baño y hazte la bendita prueba, que ya me estás preocupando.

‒ Anda será solo por esta vez, te prometo que no vuelvo a pedirte nada, plis..

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Su carita de perrito abandonado, no surtió ningún efecto en mí, achiné los ojos y la mire muy seria.

‒ ¿Crees que con ese argumento me convencerás? Apresúrate a realizarla y ya.

Estaba a punto de conseguir que se agotara mi paciencia.

‒ No puedo, te lo juro, tengo ganas de vomitar.

‒ Son solo nervios, anda aquí te espero, hay que salir de dudas. Respira profundo, exhala.

Se persigna y entra al baño, pasa un minuto, sale cabizbaja y arrastrando los pies.

‒ No es para tanto, si resulta positivo, te aseguro que todos estarán felices por el embarazo, tus padres se volverían locos de la felicidad, Gabriel no sabrá donde ponerte de lo feliz que estaría, tus hermanos me imagino que igual y conmigo puedes contar para lo que sea, seré la tía consentidora.

‒ Cómo no van a ser ustedes los que sufra durante nueve meses, me imagino que estarán encantados.

No me ve con buena cara. Se sienta de nuevo y vuelve a pararse, camina de aquí para allá, son los cinco minutos más largos de mi vida, Jillie se queda parada.

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