¡Jefe, pronto seremos tres! romance Capítulo 4

No se le daba muy bien bailar bajo los influjos del alcohol, por lo que la pegué lo más que pude a mi cuerpo, tomándola de la cintura para que no callera en mitad de la pista, en ese momento hicieron un cambio de melodía por una más lenta, posó sus brazos alrededor de mi cuello, casi quedábamos a la misma altura, la miré a los ojos y me sonrió, creo que me podía meter en graves problemas si seguía sonriéndome de esa forma; sus ojos se hacían pequeños y se veía muy tierna.

No solía invitar a muchas chicas a salir, las relaciones que he tenido han sido cortas pero muy distanciadas las unas de las otras por lo que se podría decir que han sido pocas, porque cuando empezaban a pedir más de lo que les podía dar, ahí cambiaba la cosa, nunca me había aprovechado de ninguna mujer, siempre les hablaba claro de lo que podía ofrecerles, sin ningún compromiso, el tiempo que me quedaba después del trabajo era muy poco para poder tener una relación que exigía más tiempo del que estaba dispuesto a dar. Podría parecer un tanto cínico, pero era lo que había.

Pude ver como cerraba sus ojos y se acomodaba en mi cuello. Escuché como tarareaba la canción y sentía como sus labios estaban cada vez más cerca. Su aliento rosaba mi piel, se me erizaba la base de la oreja, ya que estaba cerca del lóbulo derecho. Pensé que se estaba quedando dormida, pero cuando terminó la canción lenta, pusieron otra más movida, se soltó de mi abrazo y empezó a bailar, sus mejillas estaban coloradas, no la solté del todo, pude ver que se le iba pasando el efecto del alcohol. Sí, era lo que necesitaba.

Unas dos canciones después, que sentí que ya la podía soltar, cuál fue mi sorpresa que no dejó que retirara mi mano de la suya, entrelazamos los dedos y seguimos bailando, no me había sentido así desde mis días de la preparatoria, cuando tenía una novia del ultimo grado y llegamos a tener seis meses de noviazgo, creo que ese fue el tiempo más largo en que estuve con una chica en una relación.

Regresamos a nuestro lugar tomados de las manos, tenía la leve sospecha que Olivia, no se quería ir del lugar, pues se acomodó y levantó la mano para que viniera el mesero que nos atendía, le tome la mano y se la bajé.

‒Creo que ha sido todo por hoy, ya deberíamos irnos a casa ‒ le dije firme pero no levanté la voz.

‒No, yo me quedo, puedes irte tu si quieres ‒ hizo un puchero.

‒Pero Olivia, no te voy a dejar aquí sola, tampoco puedes tomar más alcohol.

‒Ya me siento perfectamente bien-su tono ya no era como el de antes de salir a la pista, ya se le podía entender un poco más.

‒Si te ves mejor, pero ya nos tenemos que ir, Simon ya viene a recogernos en cuanto le llame para que pase por nosotros-Simon era mi chofer desde hacían cinco años, le dije que se fuera a descansar.

‒Solo me quedaré un rato más, no te preocupes.

‒Como que no me preocupe, si yo te invité, lo más lógico es que te regrese a tu casa.

‒No quiero regresar a mi casa, allá no me espera nada bueno, solo la soledad de mi almohada.

‒Pero tampoco te puedo dejar aquí.

‒Quiero un par de tequilas y te prometo que nos iremos.

‒El tequila te pondrá más ebria de lo que ya estás.

‒Me ayudará a olvidar mis penas-lo dice con una sonrisa en los labios.

Mire sus ojos, por ellos no asomaba ningún tipo de pena, más bien se veía más animada.

‒Solo dos tequilas y nos iremos.

‒Te lo prometo, pero me tienes que acompañar a tomármelos, así saben mucho mejor, será divertido.

No era bueno esto que pretendía hacer, la mezcla se iría incrementando y en definitiva al día siguiente no sería para nada divertido el dolor de cabeza que nos esperaría. Podía apostar dos dedos de mi mano que esto no traería nada bueno.

‒Dos tequilas, uno para ti y otro para mí, solo eso ‒ era lo único que podía negociar.

‒Ok, dos caballitos, pero que traigan un platito con azúcar y limones.

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