¡Jefe, pronto seremos tres! romance Capítulo 7

Al día siguiente abrí los ojos a las cinco menos cinco, como de costumbre me levanté de la cama, sin ni siquiera dejar que sonara el despertador, cancelo la alarma, me quité la parte de abajo del pijama que era con lo que regularmente dormía, entré a la ducha, me merecía una relajante y larga ducha fría. Espero que logre calma mis ansias que siento al pensar en ella. Estoy frito.

Tomé el café y me dispuse a terminar el desayuno que me preparó Mara, le eché una hojeada al New York Time. Hoy me apetecía conducir al trabajo, por lo que le di el día libre a Simon. Listo para comenzar un nuevo día laboral, me dirijo al estacionamiento subterráneo de la casa y me dirijo a la empresa. Como me imaginé, al llegar a mi destino aún no se encontraba el auto de Olivia, todavía tenía oportunidad de verla entrar al piso que nos corresponde. Salí del ascensor y recorrí el pasillo que llevaba a la oficina, vi en el escritorio de Olivia un ramo de flores, apreté los dientes y fruncí el ceño.

Justin de seguro intentará pedirle perdón esta noche, siempre era lo mismo con este sujeto, la hacía pasar mal durante varios días y luego pensaba que con un simple ramo de flores borraría todo su mal proceder. Olivia se merecía a un hombre que la respetara y valorara, que la pusiera por encima de todas las cosas, un hombre como yo.

Llego al despacho, dejando abierta la puerta de la oficina como es mi costumbre, luego cuando empiezan a llegar los clientes la cierro para tener mayor privacidad. Saco la portátil y la enciendo, el día tiene pinta de que va a ser ajetreado, ya están confirmados los citados, abro el correo esperando encontrar todo puntualizado, tengo mucho trabajo, así que me pongo a ello.

Hacia menos de media hora que había llegado a la oficina, ni me imaginaba como seria nuestro primer encuentro después de lo sucedido. Solo esperaba que no se hubiera arrepentido, esta podría ser una oportunidad para acercarme más a ella, bueno si lo que hicimos ayer nos lo permitía más.

Llegó, sentí que la presión arterial se me disparaba, mi cuerpo reaccionaba a su sola presencia. Desde que pasó las puertas del ascensor su mirada no se conectó con la mía, me sospechaba que me iba a tratar como si nada hubiera pasado, llegó a su escritorio y miró el ramo de flores, lo levantó y sin siquiera pensarlo dos veces lo arrojó al bote de la basura, que bien conocía a su querido novio. De reojo la miré quitarse el abrigo, el bolso y colocarlos en el perchero que hacía juego con su escritorio.

Me dio la espalda cuando se dirigió al cafetín para prepararse un té, desde que supe que no le gustaba el café he tratado de tener el que más le gusta, naranja y durazno. Antes no me creía eso de que podías ver los movimientos en cámara lenta de la persona que mantenía tu pensamiento ocupado, al mirar sus largar piernas trajo a mi mente el recuerdo de como apretó mi cintura cuando pensó que me alejaba de ella, cuando mi intención era otra más que acomodarla a mi lado para poder abrazarla mejor.

Si siempre había caminado de esa forma, ¿por qué rayos ahora pensaba que sus caderas se movían de diferente manera? Con un vaivén que me llamaba a querer quitarle la ropa y poseerla ahí mismo. Por primera vez en mi vida me sentía avergonzado. Me estaba comportando como un pequeño rufián acosador, no quitaba mi mirada de cada uno de sus movimientos.

Yo no suelo tener pelos en la lengua y decir lo que se requería sin dar tantos rodeos siempre trataba de que a la primera entendieran las reglas del juego. Pero esto era otra cosa, era un miedo a decir algo equivocado y echarlo todo a perder. Porque esta vez quería hacer las cosas bien. Llevar a cabo todo ese ritual para conquistar a una mujer, antes no me había valido de ese tipo de artilugios con ninguna de las mujeres con las que había mantenido intimidad, Olivia despertaba en mi al hombre que deseaba hacer todo eso y más.

Tomaba su té tranquilamente, nunca empezaba su día sin haberlo tomado, es interrumpida por el timbre de su teléfono móvil, mira la pantalla y hace una mueca muy graciosa, evade la llamada, termina su té, pone la taza en la charola donde se encuentran las demás vacías, levanta la mirada y justo antes de que haga contacto con la mía, la retiro. Como si de verdad estuviera concentrado en los documentos que tenía en el escritorio.

Escucho sus tacones golpear rítmicamente la cerámica del piso cuando se acerca a la puerta de la oficina, entra y con Tablet en mano empieza a decirme lo que tendremos para el día de hoy.

‒ Buen día Owen ‒ levanto la mirada hacemos contacto visual y siento como su perfume invade mis fosas nasales, trato de respirar lo más normal posible. Parezco un adolescente cuando ve a la chica que lo tiene deslumbrado. Delante Lo único que me falta es tartamudear cada que me habla.

‒ Buen día Olivia ‒ me lanza una de sus encantadoras sonrisas, cuando sonreía sus labios carnosos resultaban aún más tentadores y sus obscuros ojos brillaban de un modo especial.

‒ Hoy a las nueve y media llegan los abogados de la señora Constanza Lagos y los del señor Lagos para lo del acuerdo de divorcio y la demanda por manutención.

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