La llegada de Felicidad romance Capítulo 3

El conductor salió rápidamente del coche y cargó a la mujer que se había desmayado frente al coche a subir al coche. En ese momento, se dio cuenta de que ella tenía una urna cineraria en sus brazos.

¡Mierda!

El conductor tiró con fuerza la urna cineraria, pero ni siquiera se movió. Él miró al hombre sentado a un lado con una mirada dudosa y temblorosa, -Director Adán, esto…-

Con una mirada fría, el hombre solo echó un vistazo a la urna cineraria que tenía la mujer en sus brazos, y dijo con calma, -Ve a conducir.-

El conductor se apresuró a subir a su asiento y reinició el coche.

La lluvia fuera de la ventana era cada vez más fuerte y el cielo se volvía cada vez más oscuro.

El haz de luz en el coche era tenue. Adán bajó su mirada. La mujer que yacía a su lado tenía su largo cabello negro mojado y pegado a la pálida carita. Y había un largo rasguño en su brazo blanco. Estaba saliendo sangre. Ella se veía muy sola y pobre.

Parecía que ella no hubiera chocado el coche a propósito para pedirle dinero.

El camino en la noche lluviosa estaba muy mojado y resbaladizo. Y había nieblas de lluvia intensas. Después de que el conductor hizo un giro brusco, el cuerpo de la mujer delgado en el asiento trasero fue arrojado sobre los muslos del hombre.

Adán frunció ligeramente el ceño y bajó la cabeza…

El rostro de la mujer yacía en medio de sus pantalones…

La cara de Adán se volvió muy fría.

-Facundo, ¿debería enviarte a la escuela de conducción a aprender de nuevo?-

El conductor miró por el espejo retrovisor con miedo, ¡qué vergüenza!

Facundo rió, -Director Adán, lo siento, lo siento. Hoy la lluvia es demasiado fuerte.-

Adán movió el cuerpo de la mujer hacia un lado con indiferencia con sus manos.

La mujer todavía tenía los ojos cerrados. Parecía que no iba a despertarse aún.

Adán miró los tiernos labios pálidos de la mujer. Sus ojos negros se encogieron.

En el hospital, cuando Estrella se despertó, vio una figura femenina balanceándose en su visión ligeramente abierta.

-¡Estrella! ¡Te despertaste! ¡Me asustaste mucho!-

¿Perla Prats? Su compañera y amiga de la universidad.

Estrella murmuró débilmente con los labios agrietados, -¿Perla? Tú… ¿Por qué estás aquí?-

Ella tocó el pecho y se dio cuenta de que la urna cineraria de su padre desapreció. Intentó levantarse y dijo emocionadamente, -Perla, ¿has visto la urna cineraria de mi padre?-

Perla la ayudó a levantarse rápidamente, -Aquí está. No la perdiste. No te levantes. El médico dijo que estás muy débil ahora.-

Perla le dio la urna cineraria. Ella la agarró de inmediato, usando todas sus fuerzas como si fuera un tesoro.

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