La mate de Hades. romance Capítulo 29

Ella debía alejarse, sí, lo sabía.

Ónix había conocido a la mujer de Percy, había sido vista por todos ahí y no sería la segunda, no se tildaria de ramera.

Sky tenía razón, después de todo ella debía salir adelante y convertirse en lo que siempre debió ser, una alfa, una líder.

Sus ojos siguieron los movimientos de las personas que peleaban frente a ella, era un viernes por la mañana y se había despertado temprano para los entrenamientos, habían llegado nuevas personas y habían sido tan bien recibidas como ella.

La fragancia de Sky hizo que sonriera ligeramente y que su cuerpo se volteara a recibirlo. —Buenos días alas de angel —Él sonrió leve.

—Soy una hada, Ónix. —Él miró sus labios seguido de sus ojos, ¿Que tan rápido se enamoraban los hombres? O más bien, ¿Cómo es posible que les guste todo lo que se mueva?

—Como digas. —Los ojos en blanco de ella hicieron que los brazos descubiertos de él se doblaran en su pecho.

—Hoy me verás en acción.

—¿Cómo? —Preguntó dudosa. Ónix aún no entendía cosas tan simples como ella, y era sorprendente, porque estaba frente a personas peleando y no lograba entender la directa.

—Pelearé. —La declaración hizo que ella sonriera.

—Vaya, ¿Contra quién? —Sonrió eufórica, por fin podría ver el elemento de Sky, que para ella seguía siendo una incógnita.

—Percy. —La sonrisa se esfumó de sus labios rápidamente —¡Hey! No es como si me fuesen a dar una golpiza.

—No, no es eso, es solo que... —Ella pasó su mano nerviosa por su pelo.

—¿Un hada y un hombre lobo? Eso es un tanto injusto.

—¿Para él o para mí, Ónix? —La pregunta tenía doble intensión.

—No pongas filtros a tus preguntas, Sky. Dilas claras.

—¿Te estás preocupando por él o por mi? Aparte, ¿Crees que soy suficientemente débil para que él me destruya o crees que me vengare en la arena por él tener toda tu atención?

El corazón de la Omega latió con fuerza, aquellas incógnitas estaban en su cabeza, pero no tenía respuesta.

—No lo sé Sky, solo...

—Si pensaste en la segunda, no te equivocas.

Las alas de Ky se desplegaron, a pesar de que era un corto camino hacia el centro le gustaba presumir de sus alas.

—No pierdes el tiempo, Ónix. —La voz de Rea hizo que volteara y que su cuerpo se pusiera en defensiva.

—Buenos días para ti también, Rea.

—Gracias, pero en serio no deseaba que los tuyos fueran buenos ¿Sabes? Eres una perra.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: La mate de Hades.