La mate de Hades. romance Capítulo 3

Sus brazos se envolvieron mutuamente, ella y su amiga estaban dispuestas a disfrutar la vida aquella noche y a lo que se refería al decir aquello era comprar chucherías, refresco, poner la tele y jugar monopolio. Le encantaba hacer aquello, muy pocas veces salían a bares y esas cosas... ese si era el plan de Ónix en aquel momento, pero al no darle permiso a su amiga la mejor opción fue quedarse en casa.

—Soy tu reina, joder. Arrodíllate ante mí—La voz de su amiga salió chillona y esta puso sus ojos en blanco, no tenía por qué contenerse al estar con ella, podía ser Ónix, no la omega Ónix.

—Chingate esta—Le respondió elevando su dedo de en medio. Ambas chicas no eran ese llamado ejemplo de omegas –La mayoría eran pequeñas de estatura a diferencia de ellas, tenían ese característico olor dulce que volvía locos a los alfas, eran delicadas, tímidas, cariñosas, empalagosas y iugh. –No las criticaban, aquello era básico en ellas, pero al parecer cuando la diosa luna entrego la dulzura ambas estaban en la fila de mal carácter.

—Niñas. —La madre de su amiga Liz dio paso a entrar a la habitación, ambas miraron a la mujer de pie en la puerta, su porte fuerte intimidaba un poco a Ónix, pero a su hija sin embargo le daba igual. —¿te quedaras un poco más o te iras a casa? —Pregunto en su dirección.

—Yo bueno...

—Si ma, se quedara. Sus padres quieren que se presente al alfa como parte de su manada—Ónix abrió los ojos como si fuesen bolas de billar.

—Perfecto.

Sus balbuceos y ganas de cambiar lo que su amiga había dicho le hicieron una mala jugada, la mujer la miro fijo y solo pudo bajar su cabeza. La mujer bajo las escaleras, pero logro escuchar como su hija se burlaba de su amiga, esta sonrió negando.

—Quiero matarte —Su voz salió enojada.

—Ay ya, no es para tanto. Él es tu líder, te presentas, dices tu nombre y te vas.

—Sabes que nunca he querido esto ¿vale? No me quedare en esta manada para toda la vida, quiero ir a otras y no conocer a tu sabes quién...—Su amiga la miro molesta.

—Sabes que estoy de acuerdo contigo en casi todo, pero... para eso nacimos, existimos para estar al lado de los alfas y procrear junto a ellos, ser su apoyo y amarlos.

—¿Ah sí? ¿Nací para ser una máquina de bebes, ser poseída todas las noches por un hombre y ser prácticamente su propiedad? —Ambas se miraron serias— Yo creo que no.

—Como quieras. —Ambas escucharon el abrir de una puerta y supusieron que había llegado el alfa de la manada. Aunque en el aire se sentía la tensión simplemente se dieron paso a salir de la habitación hasta que una de las manos de Ónix apretó la de su amiga.

—¿Hueles eso? —Su pregunta evidentemente saco de lugar a su amiga, esta negó mirándola fijamente —Huele a hogar, bosque y lavanda...—La mirada de Liz fue emotiva. Ónix entendió de inmediato la situación y negó mientras que su amiga asentía repetidas veces.

El cuerpo de ella salió disparado a la habitación de su amiga mirando la ventana, Liz se acercó a ella, pero esta se movió de inmediato saltando por la ventana convirtiéndose así en una hermosa loba café. –Internamente solo se decía: corre perra corre. –Pero no sería todo tan fácil.

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