La mate de Hades. romance Capítulo 31

El nombre de Percy llevaba la “p” de perro infiel hijo de puta. Pero a Atenea no le importa, ella si quiera lo sabía.

Ella jadeaba bajo él, deseosa por más de él, sentir su pene dentro de ella llenandola completamente, haciendola sentir suya un vez más en la semana.

—Pe-rc —Pero él estaba ido, la embestía, pero con enojo, con rabia y la evidencia de aquello era el color rojo vino en sus ojos. —¡Más!

Gritó sedienta de él, deseadolo a él. Percy por su parte tomó su cintura y con una ligera maniobra la giró haciendo que ella quedase apoyada en sus rodillas y manos, la cintura de ella fue sujetada con fuerza, con un ápice de deseo que en el fondo era solo un: “por favor que ella sea suficiente”

—¡Sí, más, más!

—¡Aaaa! Eres tan seria con todos, pero aquí eres tan descarada, eres tan mía.—Ella sintió esas palabras en un azote hacía su trasero, la mano de Percy marcó lo que era suyo y ella gustosa levantó más su cadera, ella siempre estaba dispuesta.

—Hazme sentir tuya.

—Ya lo eres, Atenea.

Y aquellas palabras eran tan hipócritas como lo era el toque de sus manos sobre ella. Aquello no pasó al llegar Ónix, era desde antes. Percy había dejado de sentir atracción y amor por Atenea, pero no se atrevió, ni aún se atreve hablar.

Percy era tan valiente para luchar, para pelear a muerte con cualquier ser vivo sobrenatural, pero para decirle no a una mujer, para dejarla, para abandonarla... Era tan cobarde, era tan... Hijo de puta.

La gente se pregunta el porqué de engañar y volver a los brazos de la persona que engañaste, puede que la persona no sepa cuánto tiene en sus brazos y basta enterarse del engaño para darse fuente de a quien se ama. Es algo tan estúpido como lo es Percy.

—¿Usaste protección? ¿Otra vez? —Se quejó Atenea, ella deseaba con todo su corazón un niño, Percy igual, pero no con ella.

—Cariño, es la costumbre. —Ella alejó su cuerpo desnudo de él, tomó una sábanas y tapó su cuerpo, en la miró sonriendo de lado. —¿Por qué te tapas?

—Esa costumbre la dejamos hace meses, ¿A qué le temes? ¿Temes no ser un buen padre? —Aquello fue lo primero que llegó a la cabeza de Atenea. Ella era tan inocente.

—Supongo —El cuerpo de él fue hasta ella, gateó hasta ella llegando a su cercanía. Un ligero beso se posó sobre los labios de ella.

—Lo haremos bien, lo juro.

Ella lo tomó entre sus brazos, lo abrazó como si no hubiese un mañana y tal vez, solo tal vez él perdería el mío que tenía a ser padre, ella se iba encargar de eso, para eso estaban juntos. Apoyarse, amarse y tener una familia juntos.

Que mentira, que inocencia... Que estúpida.

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