La mate de Hades. romance Capítulo 32

Los ojos de ella miraron el techo, por la ventana aún se veía la luna que se ocultaría pronto, ya era de madrugada.

Sus pies dieron con el suelo de la habitación y vio el cuerpo del hombre en la cama, el día que vivía actualmente era el de su cumpleaños número diecisiete, Ónix también los cumplía. Quería creer que la estaba pasando bien, y tenía que.

—Liz. —La voz gruesa de su alfa hizo que mirara hasta la cama, sonrió. Aquella chica no se imaginaba a otro alfa más entre sus piernas, besándola o tocando su cabello en la mañana, aunque tenía esa inseguridad de que alguna otra omega fuese mejor que ella, aunque nadie era mejor que Liz, Zeus se lo hacía saber y sentir cada mañana.

—¿Pasa algo? ¿un mal sueño? —Preguntó recostándose una vez más en la cama, él la tomó de la cintura pegándola a su cuerpo.

—Feliz cumpleaños a la dueña de mi pene. —Aquello hizo que ella sonriera.

—Amo tu romance, es tan original. —Las mano de el enseguida hicieron un camino lento y seductor por el cuerpo de ella, empezando por su abdomen hasta llegar a su pecho, ella por su parte tembló ligeramente a causa de la excitación, ella… ella lo sentía como si hubiese sido la primera vez.

—Pensé que a las cumpleañeras se les daba pastel… —Él subió encima de ella, haciendo que con la poca iluminación que se filtraba en la habitación viese sus labios entreabiertos, el rostro de ambos se acercaron haciendo que un suave beso los recibiera. —Pero esta vez el pastel eres tú.

Las manos de él fueron a el tesoro entre sus piernas, palpando la zona haciendo que ella gimiera suavemente para él, ella se aferró a los brazos de su alfa como si temiera caerse en un abismo, aquello hizo que el alfa sonriera ligeramente.

Ambos se despojaron de sus ropas y fueron abrazados con la mirada del otro, Liz se sentía completa, se sentía viva y aunque sabía que no todos los días serian buenos estaba dispuesta a que si un día había algo malo arreglarlo.

El amor que sentía por Zeus era tan dulce como lo era ella.

El miembro de su alfa se introdujo en ella de forma lenta, el cuerpo de la omega recibió a su alfa de buena manera, los jadeos y gemidos de ambos hacían que la noche fuese agradable a la luna, embestidas fuertes, rasguños fuertes a la espalda, los colmillos de un alfa marcando a una omega como suya, aquella madrugada había tenido todo para ambos.

—Deja de crecer. —Le pedía a ella a su alfa mientras él llegaba a su orgasmo, el sonrió hundiendo su rostro en su cuello.

—Lo siento nena, contigo no puedo evitarlo. —Ella arqueó su espalda recibiendo la mordida de su alfa una vez más, a ella le gustaba él y a él ella, ¿era necesario algo más?

Mientras dos amantes se amaban uno sufría la agonía de tener a su otra mitad, Hades estaba sentado sobre su cama pensando en las cosas que no hizo, en las cosas que pudo hacer y en las cosas que pudo hablar con ella.

Tal vez si le dijo la verdad de quien era Eda, tal vez si hubiesen hablado como parejas, tal vez si él no hubiese sido tan hijo de puta.

Los pies de aquel alfa se movieron yendo directamente hasta la casa de su primo Zeus, tocó la puerta repetidas veces hasta que su familiar la abrió para él.

—¿Qué pasa Hades? —El tono enojado de Zeus fue pasado por alto y empujo a su primo entrando a la casa completamente, la puerta de la habitación de ambos estaba entreabierta, él la empujo un poco más haciendo que se abriera.

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