La venganza de mi mujer ciega romance Capítulo 2

—Si te divorcias de mí, puedo darle toda la sangre que necesite —dijo Albina en voz alta para ocultar la nostalgia.

Siendo la esposa de Umberto, podía soportar el disgusto de transfundir sangre a esa mujer, pero no quería aguantar tal humillación.

Umberto se rio y se le aproximó.

Pese a que era ciega, Albina tenía facciones delicadas y era muy guapa. La ropa holgada no podía cubrir su buena figura. Mirándola temblorosa ligeramente, se le ocurrieron a Umberto las noches sexuales con ella durante estos años.

—Pero no quiero que nos divorciemos. Estos tres años, me haces muy satisfecho en la cama.

Umberto tragó la saliva y dijo con una voz ronca.

—¡Oye! ¡No me toques tú!

Albina no podía ver, pero tenía un oído muy sensible. Sabiendo que Umberto estaba emocionado, miró adelante alertamente con los brazos cruzados.

El tono cauteloso y repulsivo de Albina enfureció a Umberto. Él la arrastró directamente a la cama y la folló con fuerza, como si estuviera pidiéndole una descarga de rabia.

Albina frunció las cejas y le soportó. Sintiendo el deseo, le acarició el rostro desde las cejas hasta los labios, guardando su aspecto en el corazón.

«Es la última vez. Desde ahora tengo que dejarlo y nunca me enamoraré de alguien que no debo amar.»

Después de mucho tiempo, Umberto se levantó de la cama y miró a Albina, quien se quedó desnuda.

—Pensé que eras tan indomable. ¡Qué puta eres tú! —Umberto se rio burlonamente.

A punto de irse, sonó el móvil de Umberto.

—Hola... ¿Qué? ¿Yolanda se ha despertado? ¡Bueno, ya voy!

—Antes de irte, ¡firma el divorcio!

Albina se levantó soportando un dolor intenso y le gritó con voz ronca.

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