La venganza de mi mujer ciega romance Capítulo 23

Atónita por un momento, Albina presentó una sonrisa rígida como si fuera una marioneta, y respondió:

—Les deseo felicidad.

Nunca quería decir eso, «¿cómo podría una persona viciosa como Yolanda merecer felicidad? ¡No puede ser!»

Umberto no se atrevió a mirarle los ojos, aunque sabía que era ciega.

El personal del ayuntamiento escuchó la conversación entre los dos y miró a la niña ciega frente a ellos. Al darse cuenta de que sus dedos en su regazo temblaban incontrolablemente, no sabían qué decir para consolarla.

Pero aún ella intentaba presentarse en calma como si no hubiera pasado nada.

Después de salir del ayuntamiento, Umberto propuso enviar a Albina de regreso, pero se negó,

—Como estamos divorciados, no puedo molestarte más. Hoy es el última día en que estamos juntos, Señor.

Después de poner fin a sus palabras, dio media vuelta y se fue sin volver a mirarlo.

Umberto se paró en la puerta, observándola alejarse lentamente con su bastón, como si realmente quisiera dejar su mundo por completo. En ese momento, le dolió el corazón de repente.

Albina fue directamente al cementerio, se arrodilló ante la lápida de su madre y le mostró su certificado de divorcio,

—Mamá, estoy divorciada de Umberto ya. No me convertí en su amante. Era su esposa, pero desafortunadamente él no me ama.

Cuando terminó de hablar, empezaron a caer los copos de nieve, como si su madre le estuviera respondiendo.

Tocando la lápida fría, Albina lloraba tristemente,

—Mamá, debes sentirte muy fría debajo de la tierra.

Cuando Miguel la encontró, descubrió que todo su cuerpo estaba frío y congelado. Si no estuviera respirando débilmente, casi pensó que había encontrado un cadáver.

—No tengas miedo, Albina, te llevaré a casa —él estaba muy inquieto.

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