La venganza de mi mujer ciega romance Capítulo 563

En realidad, Héctor quería enseñarle la foto actual de Albina, pero temía que Adrián fuera demasiado joven para ocultárselo a Diana, así que tuvo que reprimir su tontería.

—Sí, es guapa y amable y una persona excepcionalmente buena.

Héctor abrazó a su hermano y juntos miraron una foto de la pequeña Albina.

—Adrián, sé que Diana y tú estáis muy unidos, y no te pido que te alejes de ella, pero es importante que estés atento, mucha gente en este mundo vive con una máscara.

No había vivido mucho tiempo con Diana desde que fue adoptada, pero Adrián era diferente, y una relación de tantos años no podía romperse en una sola frase.

Adrián era una persona muy cariñosa, y decir que la relación se rompió en los últimos años era cuestionar el carácter del chico.

Pero Héctor podía tomarse su tiempo para guiar a su hermano a descubrir la verdadera naturaleza de Diana, y a Adrián le correspondía tomar su propia decisión.

Sin embargo, con Albina, Héctor tenía que poner a Adrián en su sitio y no podía haber odio.

Adrián se sentó en brazos de su hermano y miró todas esas fotos antes de soltar un suspiro de alivio.

—Ojalá encontremos antes a mi hermana.

Los labios de Héctor se curvaron en una sonrisa.

—Sí, ojalá...

Diana se escondió en las escaleras y observó a los dos hermanos sentados juntos, completamente desprovistos de la anterior lucha.

Sus ojos brillaron con resignación, preguntándose qué se habían dicho, pero la distancia era demasiado grande para que pudiera oírlos.

Diana hizo una mueca.

«Héctor está a la defensiva, pero ha errado el tiro.»

Adrián estaba cerca de ella, y cuando Héctor saliera de casa para trabajar, Diana tendría la forma de sacarle información útil al mocoso.

Diana siempre ha estado muy segura de que Adrián era sencillo y que podría engañar fácilmente al chico.

Doria se quedó en la familia Espina y trabajó aún con más diligencia, sin atreverse a bajar el ritmo en absoluto.

Héctor pasó el día en casa, al lado de Doria, haciendo preguntas con el pretexto de recordar el pasado, pero no notó nada malo.

Al final de la noche, Héctor se quedó a dormir y volvió a la casa donde se alojaba a primera hora de la mañana siguiente.

Tendría que investigar a los criados que habían salido de la familia Espina para ver si había algo raro en ellos.

En cuanto a los criados que permanecían en la familia Espina, le correspondía a Antonio investigar.

Ambos tuvieron cuidado de no ser vistos por Diana y los demás sirvientes.

Al día siguiente, cuando Diana vio que Héctor se había marchado, por fin aprovechó la oportunidad y fue a la habitación de Adrián.

—Adrián, tengo algo para ti.

Adrián, que estaba jugando a un videojuego, resopló, bajó el joystick entre las manos, giró la cabeza hacia Diana y dio una palmada en el asiento de al lado.

—Siéntate aquí, hermana.

Estaba muy entusiasmado, pero Diana miró al suelo a su lado y hubo un destello de disgusto en sus ojos.

—Estoy bien sentada aquí —Diana sonrió suavemente y se sentó como una dama en la silla junto al escritorio.

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