La Verdadera Novia del CEO romance Capítulo 17

Cuando Zoe abre los ojos, se despereza, se gira y se encuentra la imagen que no pensó jamás encontrar.

Era hermoso.

Dormido, Daryl es realmente hermoso, se ve joven, relajado, como si nada lo atormentara. Se parece tanto a su versión de aquel hombre que tantas veces soñó que llegaba con ella para cumplir su promesa.

No puede evitar que un par de lágrimas salgan de sus ojos, se levanta con cuidado, se coloca una bata para capear el frío y baja a la cocina para preparar algo de desayunar.

En el momento que cruza la puerta, el hombre abre los ojos, observando el espacio que ahora está vacío, sin poder olvidar la imagen de aquella mujer que se ve tan bella dormida, en especial porque no puede decirle nada que sea contrario a lo que él diga.

Se gira un poco, observa el techo unos minutos y luego decide que es momento de levantarse, pero primero, cumple con su rutina de ejercicios en el gimnasio de la casa.

Zoe sube con una bandeja llena de cosas que la señora del servicio le dice que él consume normalmente, además de un batido especial para recuperarse del ejercicio. Al llegar a la habitación, se da cuenta que no está y se va directo al gimnasio.

Llama a la puerta, pero él no responde, por lo que deja la bandeja en una mesita del pasillo, abre con cuidado la puerta y entra con el batido en sus manos.

Cabe decir que la visión que sus ojos obtienen es una muy agradable, aquellos músculos sudados por el esfuerzo, mientras hace levantamiento de pesas, es algo que no se esperó de ver en él. Pasa saliva con dificultad, da un par de pasos y espera a que deje la pesa en el suelo.

Daryl se gira y se queda parado allí, observando a Zoe que baja la mirada enseguida, se ve algo avergonzada y sonríe con suficiencia. Camina hacia ella, toma el batido y bebe un largo trago, luego se quita uno de los audífonos que lleva para decirle.

—¿Qué haces aquí?

—Yo… yo quería traerte algo de comer y…

—No eres la sirvienta de la casa, para eso puedo bajar a la cocina y alguien puede prepararme lo que desee.

—Quise tener una atención contigo —ella lo mira con sus ojos y retoma esa posición desafiante—. Creo que me equivoqué… disculpa si te interrumpí.

Se gira para irse, pero Daryl la toma de un brazo, tira de ella y termina impactando en su torso desnudo. Incluso a través de la tela ella puede sentir su calor.

En cambio él, incluso a través de la tela puede sentir sus pezones erguidos. La afecta más de lo que ella quiere demostrar.

—No lo vuelvas a hacer, eres mi esposa, no necesitas hacer estas cosas por mí —su tono es severo—, tengo gente para que se encargue y pago mucho dinero.

—Ya te dije que solo quise hacer algo por ti y créeme que no se volverá a repetir.

Ella se aparta de él y deja el lugar sin mirar atrás, se olvida hasta de la bandeja que dejó en el pasillo, para irse a la habitación. Busca su ropa, se mete a la ducha y deja que el agua se lleve su frustración.

Llegar a ese hombre es realmente difícil, todo le parece mal, todo lo que ella hace le parece que es por alguna razón retorcida e interesada. Pero no se dará por vencida.

Daryl se queda viendo el batido un momento y se da cuenta que no es el mismo de siempre, este tiene un sabor que le gusta. Sale de allí, cierra la puerta y al girarse para ir a la habitación, se da cuenta que Zoe le había llevado mucho más.

Observa la bandeja, tiene todo lo que usualmente come por las mañanas, pero todo está «feliz». Deja salir un bufido de frustración, toma la bandeja y se la lleva a la habitación, en donde se sienta a comer.

Zoe sale completamente vestida, con una toalla en la cabeza y distraída por las ideas que tiene en mente. Se sienta en el tocador para cepillar su cabello, pero alguien se aclara la garganta y se gira asustada.

—No sabía que te asusto, esposa —le dice él mordiendo una tostada—. A la próxima no me quedaré tan silencioso.

Zoe ve que está con la bandeja que le preparó, pero no le dice nada. El hombre se molesta y no duda en reclamarle.

—¿Vas a ignorarme? ¿No vas a acompañarme a comer?

—Nada de lo que está ahí me gusta —le dice ella cepillando con cuidado su cabello—. Al menos no para el desayuno.

—¿En serio no trajiste nada para ti?

—Solo el café y las tostadas, pero el primero se enfrió y lo otro… ya te las comiste.

Ella se pone de pie y camina al vestier para buscar sus zapatos, al salir, Daryl se ha metido a la ducha. Zoe se encarga de limpiar y tender la cama, una costumbre que su madre le inculcó desde pequeña, luego se mete al vestier y elige la ropa para su esposo con sumo cuidado, pero buscando aquella ropa con la que se ve magnífico.

Deja todo perfectamente doblado y sale de la habitación con rumbo a la terraza, que es de donde trabaja en silencio para ayudar a Carlo. Pero antes, revisa los diarios electrónicos para ver los valores de la bolsa y el movimiento de las monedas internacionales, sin embargo, la noticia del cumpleaños de Anabet aparece primero que todo eso.

En la habitación, Daryl se queda mirando la cama unos segundos, allí está su ropa lista para que él se vista, si hasta los zapatos se los dejó a un lado de la cama. Deja salir un gruñido, porque mientras que él la quiere lejos, que huya y se rinda, ella solo quiere demostrarle algo…

—Pero no me vas a ganar, Zoe Amato.

Al bajar, la busca hasta que Rita le dice que está en la terraza. Camina hacia el lugar, pero se detiene cuando llega a la puerta, la ve parada al borde de la baranda mirando a la nada, con las manos en los bolsillos.

Observa la mesa, en donde ha dejado su Tablet, en donde se reproduce una y otra vez un video de él entrando a la fiesta del brazo con Anabet. Vuelve la mirada a Zoe, la ve limpiarse una lágrima y trata de hacerse a ella, pero no hay nada que le pueda decir.

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