La Verdadera Novia del CEO romance Capítulo 6

Zoe escapa al jardín, con los ojos a punto de estallar por la ira y el llanto acumulado. Respira aceleradamente, casi bufando, pensando que todo eso es culpa de Daryl…

—Pero claro, como te descubrieron, ahora te haces la víctima.

Sigue caminando sola, hasta que oye unos pasos, se gira pensando que es su esposo, pero ve que es su primo.

—Zoe… ¿qué te pasó? —le apunta él al hombro, ella se mira y se da cuenta que tiene el vestido rasgado.

—Un tierno encuentro con el amor de mi esposo —le dice tratando de parecer divertida, pero Carlo frunce el ceño y ella se deja caer en el suave césped—. Jamás pensé que podías llegar a odiar con tanta intensidad a alguien que amaste toda tu vida.

—No creo que lo odies… —toma asiento a su lado—, solo estás molesta con él porque te olvidó y por la manera en que te ha tratado. Yo creo que eso se terminaría si le dijeras la verdad.

—¿Y para qué? ¿Para terminar como payaso? No… —niega con vehemencia y se limpia las lágrimas—. Me gritó que ella es la mujer que ama, yo no podría soportar que me diga otra vez lo mismo.

—No te conocía esa faceta de cobarde.

—Tengo que protegerme, Carlo… Daryl Marchetti no es el mismo chico de catorce años que dejé de ver —sin darse cuenta de que sus palabras están siendo oídas por su esposo, quien cree que hablan de la noche de la fiesta—. Su mirada, su postura, todo ha cambiado… sus expresiones en verdad me dan miedo. No Carlo, yo no puedo decirle la verdad o me mataría.

«Entonces ella sí me drogó y me usó para hacer todo esto. Seguro ella misma fue quien llamó a los periodistas», piensa Daryl. Empuña las manos molesto, se acerca a ellos y toma a Zoe con violencia del brazo.

—¡Oye, no la trates así! —le dice Carlo muy molesto. Ambos se miran desafiantes, como si estuvieran imaginando las mil maneras en las que podrían matarse.

—No te metas, ella ahora es mi esposa, no es asunto tuyo.

—Pero ha sido mi prima toda la vida y no dejaré de serlo porque se casó con un ciego como tú.

—¿Ciego? Por favor… —mira con desprecio a Zoe y le dedica una sonrisa sarcástica—. Solo mírala, en plena boda no le molestó pelearse con Anabet, que es una dama. Es una mujer insignificante, carente de belleza, buen gusto y clase… imagino que ni siquiera ella eligió ese vestido, porque sería imposible que pudiera elegir algo digno de una princesa y no de una put…

La bofetada que Zoe le estampa en la mejilla lo deja con el rostro volteado y los ojos abiertos por la sorpresa.

Pega fuerte la condenada, pero ni eso la podrá salvar de lo que le espera. Su mirada se posa en ella con ira, los ojos rojos por aquella rabia que siente, aprieta las manos para no devolverle la bofetada en ese instante, en su lugar solo sonríe con malicia, la toma del brazo y hala de ella para llevarla hasta el auto que los espera.

—¡¿A dónde te la llevas?! —le grita Carlo.

—¿Acaso no sabes lo que una pareja hace luego de casarse? —le responde con sarcasmo, pero Zoe no puede pensar en nada más que la posibilidad de volver a pasar una noche con él.

Su cuerpo se estremece, con una mezcla de miedo y excitación, no sabe cuál de las dos va a gobernar, solo sabe que en ese momento no quiere ir con él a ninguna parte.

—¡Suéltame, yo no voy contigo a ninguna parte!

—¡Cállate!

Abre la puerta del auto con violencia y la sube a la fuerza, ella trata de escaparse por la otra, pero Daryl la toma por la cintura, cierra la puerta y pasa el seguro.

—¡Andando! —le ordena al chofer y este sale de allí de inmediato.

—¡¿Cómo te atreves?! —le dice ella enojada—. Ni sueñes que me volveré a acostar contigo, ni muerta… Zoe Amato no vuelve a caer dos veces con la misma piedra.

—En primer lugar, te juro que vas a caer otra vez, lo harás y de buena gana… y te recuerdo, ahora eres Zoe Marchetti, querida esposa —le dice esto último apretando los dientes.

Ella se queda quieta unos segundos, pensando en cómo su vida cambió solo por haber ido a esa bendita fiesta.

—No debí ir a esa estúpida fiesta…

Daryl mueve la cabeza incrédulo de sus palabras, para él era la mujer más descarada, Anabet tenía razón en todo lo que le advirtió de ella, por eso debía irse con cuidado con ella.

Llegan al hotel, la toma de la mano y tira de allá sin contemplaciones para que entre al hotel. Nadie se acerca al hombre, excepto por un gerente que le entrega la llave de la habitación nupcial, la mejor suite en el último piso. Sube al ascensor con ella sin soltarla, mientras Zoe piensa en la manera de zafarse de todo eso.

Al llegar a la suite, hay una decoración con pétalos rojos que forma un camino hasta la habitación, la suelta y ella se va a la mesita que tiene una botella de champán fría. La descorcha sin esfuerzo, sirve un poco en una copa, se la extiende a Daryl, mientras ella se pega la botella a la boca.

—Por supuesto que así debía ser, una verdadera dama, ¿no es cierto?

—Mucho más dama que tu Anabet, te lo puedo asegurar —le dice ella limpiándose la boca con el dorso de la mano.

—No te hagas la mosca muerta conmigo, sé perfectamente que planeaste todo esto. Anabet me dijo que esta no era la primera vez que le quitas un novio de la misma manera.

—¿Ah sí? Pues dime algo, estúpido, ¿cómo es que te acostaste con una pvta virgen? —él da un respingo y ella se ríe—. ¿No te fijaste en la sábana del hotel? ¿Acaso olvidaste el grito que me arrancaste esa noche? ¿Lo apretada que me sentiste? Porque yo sí que me acuerdo de que me dolió un carajo.

«Tú mismo me lo dijiste, que estaba apretada… ¿también se te olvidó eso? ¿Tan fuerte fue el golpe en la cabeza que te dejó con pérdida de memoria crónica?

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