Las amantes del Señor Garret romance Capítulo 31

Las calles pasan a nuestro lado como manchas borrosas. Ian está totalmente descontrolado, dudo que sea capaz siquiera de razonar, no quita la mirada de la carretera ni un momento.

-No corras tanto, por favor - me sujeto con más fuerza al salpicadero.

No me hace ni caso, es como si no existiera nada más que él y su rabia.

-Yo no sabía que era tu hermano - continúa a la misma velocidad. Temo que en cualquier momento nos salgamos de la carretera - ni siquiera sabía que tenías un hermano, ¡por el amor de Dios!

Antes de que pueda reaccionar hemos llegado al garaje y ha frenado en seco en mitad del llano. Como respuesta, mi cuerpo se pega al cinturón de seguridad con un golpe que me saca todo el aire de los pulmones.

-Bájate - ordena sin soltar el volante y sin apagar el motor.

-Vamos a hablarlo, por favor.

Hoy ha sido una noche de noticias. Hace tan solo unas horas no conocía absolutamente nada de la vida de Ian, y ahora comprendo la frialdad de su carácter, porque no quería tener una relación con ninguna mujer y porque le cuesta tanto confiar en los demás.

-¡Te he dicho que te bajes! - golpea el volante.

Esta actitud me pilla desprevenida, me asusta. No es él, ahora mismo es un hombre desbordado por las emociones. Desabrocho el cinturón todo lo rápido que puedo y me bajo. Antes de cerrar la puerta lo observo, esperando algo, lo que sea. Estira el brazo hasta mi puerta y la cierra de un portazo sin mirarme. Me quedo plantada donde estoy observando como se aleja, dejando un desagradable olor a goma quemada y un chirrido agudo cuando las ruedas derrapan.

Espero unos pocos minutos por si se arrepiente y vuelve, por si se da cuenta de que toda esta actitud es infantil y exagerada, pero eso no va a ocurrir.

Subo en el ascensor para esperarlo en su piso. Me siento en el sofá mientras me retuerzo los dedos, no tengo ni idea de que hacer ¿Lo espero? ¿Salgo a buscarlo? ¿Me acuesto?

Así que su hermano, con el que le engañó su mujer va a ser mi nuevo jefe. Esto es peor que un culebrón. Pero todo esto es su culpa, si no hubiera sido tan cerrado, ahora quizás no estaría pasando nada de esto. Sabría que tiene un hermano, que tiene una empresa y todo lo que les ocurrió y no habría ido ni a hacer la entrevista.

Una parte de mi comprende que ha Ian le haya afectado tanto enterarse de esto, pero la otra parte no. Se supone que debe confiar en mi, que tenemos que ser un apoyo entre nosotros, tendríamos que ser capaces de hablar y solucionar las cosas y no salir huyendo a la primera de cambio cuando algo se tuerce un poco.

Voy a la cocina, vierto agua en un vaso y lo meto en el microondas. Rebusco por todos los armaritos buscando una tila, no se donde demonios guardan el té en esta casa, al final, tiro el vaso con el agua al fregadero.

Cojo el móvil del bolso y lo llamo. Un pitido, dos pitidos, tres pitidos, dejo que suene hasta que la llamada se corta sola. Conforme pasa el tiempo mi enfado va en aumento, podría descolgar aunque solo sea para decirme que lo deje en paz. Vuelvo a intentar contactar con Ian, si él puede hacer lo que le dé la gana, yo puedo ser pesada, a ver si así consigo que me atienda.

-¡Qué!- grita a través del teléfono.

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