Las amantes del Señor Garret romance Capítulo 39

Al salir del trabajo, Max me recoge, le pido que me lleve a mi piso. Aunque hayamos vuelto a salir Ian y yo, ahora cada uno tiene su casa y quizás esta sea la mejor forma de que nuestra relación avance poco a poco, sin agobios.

-¿No quieres que te lleve a la casa del señor Garret? - pregunta Max extrañado.

-No, no. Lo llamaré más tarde para que quedemos.

Llegamos a mi portal. Le doy las gracias a Max por traerme y me bajo con la llave preparada en la mano. Aunque es primavera hoy hace un día que parece de pleno invierno.

Subo las escaleras hasta llegar mi planta. En el último escalón hay una mujer sentada. Desentona con todo lo que la rodea, es pura elegancia y delicadeza.

Un cabello rubio que parece de algodón cae sobre sus hombros, lleva un vestido negro ceñido hasta las rodillas a juego con unos tacones de infarto.

-¿Eres Emma? - pregunta con una voz tan angelical como su apariencia.

-Si, soy yo ¿Puedo ayudarla en algo?

-Tenemos que hablar.

Se levanta y pasa las manos por el vestido, alisándolo, intentando eliminar algún arruga imaginaria.

Abro la puerta y me hago a un lado para que pase ella primero ¿Cómo es posible que esa mujer haga que me sienta como un bichito minúsculo? Camina con tanta seguridad que debe ser alguien importante, pero ¿Qué persona importante vendría a verme mi?

-Usted dirá.

-Mi nombre es Sarah - hace una larga pausa con una media sonrisa, como si debiera conocer su nombre -¿Sabes quien soy?

-Lo siento, pero no tengo ni idea de quien es usted. Si me explicara un poco mejor... -Aprieta los labios molesta y suelta el aire despacio. Camina a mi alrededor, analizándome.Me mira de arriba abajo. Estoy a punto de mandar a esta mujer y su prepotencia a la mierda - tengo un poco de prisa... si no le importa.

-Soy la ex mujer de Ian.

Todo el color de mis mejillas desaparece por completo. Me la había imaginado muchas veces, pero siempre como una mujer normal y corriente, como yo. No como una diosa griega de perfectas curvas.

Sarah, la del rostro angelical no es más que un lobo disfrazado de cordero que no tuvo ningún tipo de reparos en engañar y utilizar a Ian.

-¿Qué quieres? - escupo con menos simpatía que antes. Su pelo y su ropa ya no me impresionan tanto.

-Veo que ahora si sabes quien soy.

-Solo se lo que hiciste, por eso vuelvo a preguntarte ¿Qué quieres?

-A Ian.

Rompo a carcajadas. Él la odia con todas sus fuerzas, jamás he visto ni un solo sentimiento bueno hacia ella. No tiene ninguna posibilidad. Lo dejó tan tocado que ha sido incapaz en todo este tiempo de volver a tener una relación con ninguna mujer.

-Quieres decir su dinero. Las dos sabemos que el que te gusta es su hermano.

-Eso a ti no te importa. He venido a decirte que te apartes.

La habitación ha aumentado varios grados, junto con la tensión entre nosotras. Sarah señalándome con el dedo, ordenándome que deje a Ian y yo plantada delante de ella con la mirada más fría que soy capaz de poner.

-Bien, ya lo has dicho. Ahora, lárgate de mi casa - camino hasta la puerta y la abro, invitándola a irse.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Las amantes del Señor Garret