Las amantes del Señor Garret romance Capítulo 7

Hace cinco años que trabajó para él. Aun recuerdo el día que lo conocí como si fuera ayer.

Iba por la calle en busca de una cafetería, necesitaba un café para llevar urgente. Casi podía decirse que iba dormida por la calle y todo por culpa de los exámenes finales. Al cruzar una esquina, choqué con él. Todos los papeles salieron volando y terminaron esparcidos por la acera.

—Perdona ¿Estás bien?— preguntó un Ian mucho más simpático que el de ahora.

—Si,si. Lo siento tanto, iba mirando los papeles y no te vi.

Nos agachamos los dos a la vez para recoger los apuntes, mientras tanto, me regaló su hermosa sonrisa, esa que no he vuelto a ver.

—¿Económicas? suerte con tus exámenes.

— Muchas gracias.— contesté con una sonrisa bobalicona.

Unos meses después comencé a trabajar aquí. Cuando me senté en mi mesa y llegó el primer día, lo reconocí al instante. Era increíble la suerte que había tenido, pero nada en su trato hacia mi me hizo pensar que se acordaba de aquel encuentro y su carácter no era ni la sombra del que tenía el hombre con el que choqué.

Sacudo la cabeza para sacar esos pensamientos. Tengo que trabajar y no perder el tiempo con recuerdos inútiles.

Cuando me ve, se queda plantado donde está, al momento reacciona y continúa su camino hacia el despacho.

—Buenos días.

Hoy no me ha llamado por mi nombre ¿Será eso un signo de que está enfadado?

Puedo verlo desde mi mesa, en lugar de la pared, tiene una enorme cristalera con una cortinilla que no ha cerrado hoy. Enciendo el ordenador, de reojo lo miró sin mover ni un milímetro la cabeza. Pasea de un lado a otro de su despacho con el teléfono pegado a la oreja.

En el fondo, no se si he tenido suerte de que viniera a buscarme y me llevara a su casa, quiero decir, me encanta poder verlo a todas horas y estar dentro de su ambiente, pero creo que voy a sufrir, que no va a cambiar por mi como no ha cambiado por ninguna.

—Emma, necesito que me traigas los papeles de Justin.— pide Ian desde la puerta con el móvil todavía en el oído.

—Por supuesto.

Sin pensarlo dos veces salgo, me monto en el ascensor y bajó a la planta de Justin. Es nuestro veterano, se jubila en unos días y le estamos preparando una fiesta a todos los compañeros. Ian en persona le va a entregar un reloj grabado por sus cuarenta años en la empresa.

—Necesito los papeles del señor Garret.

Sé que es mayor y entrañable, pero se mueve tan lentamente que me está poniendo nerviosa. Quiero decirle que se de prisa, que los necesito para ayer, pero el respeto hacia nuestros mayores me lo impide.

—Toma guapa.— Me tiende un tocho enorme y salgo disparada.

Llegó al despacho, colocó el informe sobre la mesa de Ian que continuó con la llamada. Me recreo un poco en colocar bien los papeles a ver si tengo suerte y me entero de que está hablando.

—No... dile que no...¿Crees que me importa? Si tiene algún problema que me llame...

No entiendo nada. ¿Será algún tema de trabajo o será algo personal? Cuando se gira y clava su mirada en mí, sé que es momento de salir.

Menos mal que ya casi es la hora de comer. Debería haberle hecho caso. El golpe del estómago me duele más que ayer, debe de estar toda la mañana sentada en la silla. A lo mejor me dijo que me tomara el día libre mirando por mi salud y no porque se avergonzara.

Antes de irme a comer me armo de valor, respiro profundo e ignorando el colibrí que llevo en el pecho en lugar del corazón, llamó al despacho de Ian.

—Señor Garrett, quería decirle que ya he terminado de hacer todo. Si no es mucha molestia... no estoy totalmente recuperada... y bueno... ¿Podría tomarme la tarde libre?

—Llama a Max y que te recoja. No es necesario que vengas después.

—Gracias.— musitó avergonzada.

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