Las amantes del Señor Garret romance Capítulo 97

La persona que inventó la epidural debería tener una estatua con una plaquita.

Después de dieciocho horas, por fin le vi la carita. Tan redondita y perfecta como me había imaginado. La tengo entre mis brazos, dormidita y tranquila. Ahora es cuando te das cuenta de que todos los dolores merecen la pena.

La familia de Ian al completo aparece por la puerta, junto con Dorotea y Max. Traen flores, bombones y un par de peluches gigantes que no sé donde voy a meter. Estoy agotada por todo el esfuerzo, pero los echaba tanto de menos...

- Emma, cariño - Emily se acerca para ver a su nieta de cerca - es una preciosidad como tú.

Will y Helena caminan hasta la cama. Espero que no me guarden rencor por apartarlos de mi lado.

- No podías tener un embarazo normal de nueve meses ¿Verdad? - Bromea - tu lo haces todo a lo grande.

Helena le da un codazo en broma.

- Déjala en paz ¿Cómo te encuentras?

Estoy agotada, cansada. Dormiría del tirón una semana entera si pudiera, y aun así, es el momento más feliz de mi vida.

- Bien, ha ido todo muy bien.

Ian había ido corriendo a mi piso a recoger algo de ropita y algunos pañales. Nos ha pillado de improviso y no teníamos nada preparado ni a mano.

¿Cómo se tomarán la noticia de que hemos vuelto? Al final hemos decidido contarlo cuando pasen unos días.

- ¿Cómo están mis princesas? -pregunta Ian entrando.

Todos se giran en silencio, esperando a que deje de mirar el teléfono.

- Cariño...

Dorotea es la primera en animarse a decir algo.

- ¿Volvéis a estar juntos? - pregunta tapándose la boca con la mano.

Este momento no me lo había imaginado así, pero ya que tenemos los pies mojados, es mejor tirarse al rio de cabeza.

- Hoy hemos estado hablando...

-... Y entre contracción y contracción habéis decidido volver, muy oportuno - bromea Will.

Emily estalla en lágrimas de alegría y se tira a los brazos de su hijo. Para una madre debe ser muy duro pensar que los dos matrimonios de su hijo han termino así de mal. Es lógico que se alegre.

- Pero ¿No firmabais hoy los papeles del divorcio? -pregunta separándose de su hijo.

- Ya lo conoces - bromeo - rompió los papeles y empezar de nuevo nos daba pereza.

No es necesario que sepa más de la cuenta. Con el corazón como lo tiene, alterarla para bien o para mal me da miedo.

Pasan un ratito con nosotros. Todos se pelean por coger a mi pequeña en brazos. Ser el único bebé en la familia es lo que tiene, se les cae la baba con solo mirarla.

Cuando nos quedamos solos, Ian se sienta en un lado de la cama con la cabeza apoyada sobre la mía.

- Hemos estado muy cerca de perdernos - murmura acariciando la mejilla de mi pequeña Clara.

Suspiro sabiendo que tiene razón. Ahora ya no temo perderle, pero si me da miedo pensar en Sarah.

- No pienses en eso.

En el momento que el sol comienza a salir por el horizonte, le pido a Ian que me traiga un enorme café. La noche ha sido larga y casi no hemos dormido.

Debe ser normal eso que dicen de que hasta que no tienen dos años no sabes lo que es volver a dormir del tirón. Ya queda un día menos.

- Mira que flores tan bonitas te han traído - una enfermera trae un ramo de margaritas.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Las amantes del Señor Garret