Lo Mejor de Tu Vida romance Capítulo 509

Se negó a vivir en la casa que Arturo le había arreglado por rabia. No Rubén estaba siendo investigado, y la policía pronto llegaría a ella.

Tuvo que arriesgarse por su hijo no nacido.

Media hora más tarde, se plantó en la puerta de la familia Santos, se despeinó, puso cara de agravio y llamó al timbre.

Confiaba en poder convencer a Arturo para que la aceptara de nuevo.

Aguantaría y arreglaría las cosas en el futuro con Noelia.

Pero no era tan sencillo como ella pensaba. Después de verla, Arturo la miró con frialdad sintiéndose mal:

—Han tirado tus cosas, ¿por qué vuelves?

—Abuelo, yo...

—No me llames abuelo. Sólo tengo una nieta, Noelia —Dijo Arturo con frialdad. Fue lo suficientemente amable como para no echar a Melisa.

Bella se enteró por el criado de que Melisa había vuelto. Se paró en el segundo piso y esperó la actitud de Arturo.

Si Arturo la perdonara, la familia Santos se acabaría.

—Abuelo, me equivoqué. No esperaba que las cosas se pusieran así. Por el bien de mis padres, por favor, perdóname. Yo... estoy embarazada, abuelo. ¿Cómo puedes dejarme vivir en un lugar remoto?

—¿No? ¿Por qué no? Cuando hiciste maldades, deberías saber la consecuencia —Arturo se enfadó hasta toser por su culpa:

—Vete. No quiero volver a verte.

—¿Qué pasa con mi hijo? ¿Quieres abandonar a tu bisnieto? ¿Sólo reconoces al bebé de Noelia?

Las palabras de Melisa hicieron que Arturo se sintiera completamente decepcionado.

—Si no me importara tu hijo, no dejaría que te volvieras tan loco, para que casi mataran a Bella y Noelia casi perdiera a su hijo. Deja eso, no quiero volver a verte en el resto de mi vida.

—Échala.

—Nunca permitas que entre en la casa de Santos.

gritó Arturo. Había cometido muchos errores y no volvería a repetirlos.

Llovía mucho. Melisa fue arrastrada fuera de la casa. Hasta que desapareció frente a la puerta de la familia Santos, Arturo respiró profundamente.

—Papá, ¿la enviamos? —Bella era madre. Al ver que echaban a la embarazada Melisa, no pudo soportarlo.

—Este es su destino, también el del niño. Antes era testaruda. Debería ser responsable de lo que ha hecho.

Arturo entró en su habitación con la espalda inclinada. Bella miró la fuerte lluvia que caía por la ventana.

Melisa caminaba bajo la lluvia como si tuviera el alma perdida y estallaba en carcajadas de vez en cuando.

La gente llevaba paraguas en las manos, sólo un grupo de perros salvajes le ladraba desde no lejos...

—¡Soy una señorita de la familia Santos!

—¿Por qué me han echado de la familia?

La foto de Noelia estaba en el tablón de anuncios de la calle. Al mirarla, a Melisa se le cayeron las lágrimas:

—Te odio. No seré bueno como tú en mi vida.

—¿Por qué? ¿Las dos somos hijas de la familia Santos, pero sólo te tienen a ti en los ojos? ¿No soy tan buena como tú...?

Murmuró y luego cayó al suelo, con la sangre manando de su falda...

Veinte minutos después, una persona amable envió a Melisa al hospital. Pero el bebé había desaparecido. Tras conocer la noticia, lloró con tristeza en la sala.

La gente del hospital se conectó con la familia Santos. Arturo guardó silencio. Mientras que Bella le pidió al Asistente Abasto que le ayudara con los trámites hospitalarios de Melisa, y luego la envió a la casa de las afueras.

Pero...

Cuando el Asistente Abasto estuvo allí, Melisa se volvió loca.

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