LO ÚLTIMO EN MIMOS romance Capítulo 19

El rostro de Gloria palideció de inmediato.

—Rosa, ¿qué quieres decir con eso?

Rosa dijo con indiferencia:—Tía Gloria, acabo de hacer que alguien instale la vigilancia en casa hace dos días. Iré a comprobar la vigilancia más tarde para ver quién ha entrado en la habitación de Laura Sánchez.

Cuando Gloria escuchó esto, su rostro cambió:—Rosa, ¿cuándo hiciste que alguien instalara la vigilancia? ¿Cómo es que no lo sabía?

—Hice que Paco y Bruno encontraran a alguien para instalarlo hace dos días. No esperaba que fuera útil justo ahora.

—Tú...

Rosa se levantó:—Tía Gloria, voy al estudio a comprobar la vigilancia, ¿quieres venir conmigo?.

—Quizás me he equivocado y culpé a Laura desacertadamente.

Rosa cesó de subir las escaleras.

—Tía Gloria, ¿qué quieres decir?.

—Yo ...... sólo estaba bromeando con Laura.

Gloria tenía miedo de que Rosa la avergonzara después de ver la vigilancia porque el brazalete de oro fue puesto en la habitación de Laura por ella misma.

Si Rosa hubiera instalado vigilancia en su casa, seguro que podría verla entrando a hurtadillas en la habitación de Laura.

Cuando Rosa escuchó esto, su cara era tan fría:—Tía Gloria, estás llevando la broma demasiado lejos..

—Rosa, también me confundí por un momento...No lo haré la próxima vez. El corazón de Gloria se aceleró. Notó que la mirada de Rosa se habían vuelto más y más severos últimamente.

Siempre se había comportado de forma sumisa frente a Rosa, basándose en el hecho de que era la mayor de ella y sentía que ésta debía respetarla por derecho. Durante todos estos años, había tenido una vida tan tranquila que nunca pensó que un día Rosa se oponía a ella, aunque había estado conspirando en secreto para dañar a ella.

Se enorgullecía de ser inteligente y siempre trataba a los demás como tontos. En su vida anterior, Rosa fue lo suficientemente tonta como para ser engañada por las dos. Ahora que Rosa volvía a vivir su vida, ¿cómo podía volver a ser una tonta?

—Laura, ahora golpea a la persona que te acaba de golpear. Eres la gran ama de llaves de mi familia Serrano, defiende a tu majestad.

Laura respondió emocional:—Sí, Señorita.

Rosa asintió y volvió a mirar a los demás, dijo:—Laura, deja que se vayan directamente después de castigarlos.

Laura respondió resueltamente:—Sí, Señorita.

Las dos sirvientas dijeron sin convicción:—Señorita, no está siendo razonable, sólo estamos haciendo lo que la señora nos ha ordenado. ¿Por qué nos despide?

—Entonces vayan a hablar con la señora. Rosa miró a los demás y dijo:—Cuando Laura fue golpeada, ninguno de vosotros me informó de eso. Puedo saber que no me valoráis como vuestro amo. A partir de hoy, si vuelve a ocurrir algo así, ninguno de vosotros tendrá que seguir trabajar aquí.

Rosa se dio la vuelta y subió las escaleras. Las dos sirvientas despedidas le gritaron:—Señorita, ha instalado vigilancia sin nuestro conocimiento. Está invadiendo nuestra privacidad.

Rosa cesó de caminar y miró a esas dos personas diciendo:—En realidad, no he instalado la vigilancia, sólo estaba bromeando.

Luego, se alejó sin mirar la maravillosa expresión de Gloria.

Gloria estaba abochornada y avergonzada, con la cara como una paleta, cambiando varios colores.

Nunca había pensado que Rosa sólo la estaba engañando cuando dijo que había instalado vigilancia en la casa. Y la había creído tontamente.

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