LO ÚLTIMO EN MIMOS romance Capítulo 4

Todos la miraron con la boca abierta.

Rosa estaba realmente sorprendida por las palabras de Antonio, se preguntó ¿debería ser tan altisonante? Todavía no se habían casado, ¿acaso quería que todo el mundo supiera que ella iba a casarse con él?

—¿Estáis estúpidos? ¿No podéis ni saludar? —preguntó Antonio entrecerrando ligeramente los ojos.

La multitud gritó inmediatamente al unísono:

—¡Buenas tardes, señorita!

Esa voz resonó en todo el restaurante y el eco no se pudo dispersar durante mucho tiempo.

Rosa se quedó sin habla.

Sólo entonces el hombre quedó satisfecho, hizo un gesto con la mano.

—Recuerda lo que acabo de decir.

Cuando sólo quedaban ellos dos en el compartimento, Rosa lo miró con una expresión complicada.

—Pues.... que...

Quería decir algo, pero no sabía qué decir.

En cambio, el hombre tiró de ella para que se sentara, mientras que empujó el menú delante de ella.

—Pide lo que quieres.

Se negó con la cabeza.

—No, depende de tu.

La miró, y luego dijo en tono sin remedios:

—Eres una mujer, no seas tan casual, debes pedir a los demás que te acomoden, no que tú acomodes a los demás, ¿entendido?

Ella se volvió suspensa por un momento y preguntó tontamente:

—¿Por qué?

—Porque serás mi esposa.

«¿Qué tipo de razón es esa?»

Ya eran más de las nueve cuando salieron del restaurante, Antonio la miró.

—¿Quieres ir de compras?

—No, mañana...

—De acuerdo, iremos mañana.

Rosa no dirigió ninguna palabra.

Lo que quería decir era que tenía que trabajar mañana, por lo que necesitaba volver temprano.

Al final, no replicó, sino lo consideró un acuerdo tácito, al fin y al cabo, había renacido y tenía devolverle por su amabilidad.

Antonio la acompañó hasta la casa de ella, y justo cuando Rosa salió del coche, un hombre corrió hacia ella.

—Rosa.

Antonio, que estaba sentado en el coche, escuchó la voz del hombre y se quedó al instante infeliz.

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