LOS HIJOS OCULTOS DEL CEO romance Capítulo 2

Cap. 2: DIVORCIO – PARTE I

—Señor, las cámaras mostraban la fiesta, pero no grabaron nada, ellos no se podían percatar del error —la respuesta de su segundo le interrumpió sus pensamientos.

Ricardo fue al cuarto de seguridad y revisó en los videos y no había nada grabado, la memoria estaba dañada y nadie se percató y no la sustituyeron durante toda la fiesta.

—Despídeme a los dos imbéciles que estaban de guardia hoy en las pantallas. ¡Coño, despídemelos por pendejos!

—pero señor, ellos…

—¡Es mi orden, carajo! —Ricardo estaba ardiendo en la ira que sentía en esos momentos.

Isabel se cambió y llegó hasta donde estaba don Marcos Del Hoyo con Mara y Eneida. Al pararse en la puerta del despacho su corazón se encogió.

—¡Vaya vergüenza para la familia! — Desde fuera Isabel podía escuchar el reproche de Don Marcos. Le vio golpear con rabia el escritorio.

Ella, con toda la entereza que siempre les mostró, siguió hasta adentro, el anciano levantó su mirada, en un instante logró controlar su emoción y se recompuso, suspiró y negó para decir en voz baja:

—Hija, lo más conveniente es que ustedes se separen.

—Don Marcos, ¿no me va a oír primero? No tengo idea de qué pasó aquí —argumentó Isabel, con esa necesidad tan grande de ser escuchada, era su verdad contra todos los que la acusaban. Era su derecho a ser oída.

—No tiene caso. Nosotros no podemos dejar pasar esto —fueron las palabras de su suegro.

—Señora Mara —Isabel se volvió a ver a su suegra—, usted me conoce, usted sabe que yo… —su suegra, movió la cabeza negativamente.

Ricardo está en la entrada a las escaleras cuando oyó a su padre decir esas palabras, en dos pasos estuvo en la puerta del despacho.

—Papá, ¿No crees que eso lo debo decidir yo? —su padre se dio la vuelta, lo miró de frente y apretando los puños le dijo:

—Yo mismo arreglé este matrimonio, y ahora que esta mujer ha deshonrado a la familia, tú, no tienes que sentirte responsable, más bien recuerda tu deber, y déjame decidir a mí sin objetar mis decisiones.

—Pero ella es mi esposa y es mi derecho a...

—No me dirás que, después de todo este bochorno que Isabel nos hizo vivir esta noche, tú piensas que seguir...—Ricardo le cortó las palabras.

—Yo tengo dudas, primero quiero revisar todo, hay muchas cosas que no me terminan de convencer en este asunto —Ricardo pensaba con cabeza fría y quería hacer valer su autoridad como esposo de Isabel.

—No Ricardo, no podemos arrastrar tan grande humillación vivida hoy por causa de esa vergüenza de Isabel, ella te traicionó con otro hombre, tú mismo la viste. ¿Cómo pretendes que se lo tapemos? —dijo, Eneida, enfrentándose a su hermano.

—Cuidado con tus palabras, Eneida —le refutó Ricardo a su hermana, apretando en puños sus manos—, y más te vale yo no me entere que tú conoces a ese francés. Tú mejor que nadie sabes que Isabel ha sido siempre una dama y la cabeza de esta casa, sabes que mejor que ella no ha habido nadie, además no podemos dar más vuelo a eso para que sigan cotilleando sobre los Del Hoyo.

—Hermano —Eneida cambió su táctica la inocente ofendida—. ¡¿Aún la defiendes en este momento?! Si no piensas en mí, ni quieres protegerme por su bofetada, está bien, es tu lado a tomar y no pasa nada, pero deberías pensar en nuestra integridad como familia, en el honor de nuestro apellido y decirle que se largue de aquí ahora mismo —Eneida discutió señalando a Isabel como si su cuñada fuera la malvada de la familia y hasta dejó escapar unas cuantas lágrimas para conmover a sus padres.

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