Matrimonio de primera romance Capítulo 185

Después de quitarse los zapatos, Yadira se dio cuenta de que su empeine estaba herido e hinchado.

Estaba tan herida causada por una pateada con tacones altos, incluso bajo la protección de las botas de nieve, era suficiente para demostrar cuánto la odiaba Perla.

La expresión de Delfino se puso más sombría y la miró con ojos un poco antipáticos.

Yadira encogió el cuello, -No me duele nada…-

De repente, recordó la última vez que le torció el pie, tragó saliva y dijo, -Sólo un poquito.-

Delfino no dijo nada, simplemente le ayudó a poner los calcetines.

Su rostro todavía estaba sombrío, pero sus movimientos eran muy suaves.

Yadira sentía que Delfino no daba tanto miedo como mostraba.

Recordó lo del ascensor hace un momento y, por curiosidad, le preguntó a Delfino, -¿Qué hiciste en el ascensor hace un momento? ¿Se cayó el ascensor? ¿Pasará algo malo con Perla… ?-

Dijo ligeramente, -No morirá.-

Las simples palabras hicieron que Yadira se pusiera ansiosa.

Si dijo que no moriría, significaba que definitivamente resultaría graves heridos.

Después de regresar a casa, Delfino dejó a Yadira que se sentara en la cama, y se dio la vuelta y trajo una pomada.

Desde la última vez que a Yadira le torció el pie, puso un botiquín en el dormitorio que contenían varias pomadas para lesiones traumáticas.

Delfino se sentó con las piernas cruzadas en la alfombra frente a la cama, puso el pie herido de Yadira sobre su rodilla, apretó un poco de pomada en sus dedos, bajó los ojos y se la aplicó con atención y seriedad.

Como acababan de entrar a la habitación, Delfino no había tenido tiempo de cambiarse el traje, a pesar de que estaba sentado con las piernas cruzadas en el suelo casualmente, su temperamento tiránico no disminuyó nada.

Mirando hacia abajo desde la dirección de Yadira, solo podía ver su pelo corto y ordenado, pestañas ligeramente bajadas y una pequeña punta de nariz.

Yadira ladeó levemente la cabeza y lo vio fruncir levemente el ceño, con la boca cerrada, y mirar fijamente a su empeine, como si estuviera lidiando con algún error del proyecto.

Todavía tenía una expresión fría, pero inexplicablemente le hizo sentir que en ese momento, Delfino fuera muy cariñoso.

En muchos casos, cuanto más dura era la capa exterior, más conmovido era el interior.

Yadira recordó que cuando vio a Delfino por primera vez, irrumpió en la habitación, su mirada y tono arrogante le hicieron no esperar que un día, ese hombre le aplicara la pomada con cuidado y delicadeza.

Yadira le llamó, -Delfino.-

-Sí.- Delfino no levantó la cabeza y mantuvo las manos aplicando la pomada.

Pensaba que Yadira le había llamado para decir algo, pero después de esperar un rato, no volvió a escuchar a Yadira hablar, no pudo evitar mirarla.

Justo ya casi terminó de aplicarle a Yadira la pomada, y le preguntó, -Qué…-

Antes de que pudiera decir sus palabras, fue bloqueado por un beso.

Yadira rara vez tomó la iniciativa.

Se quedó aturdido por un momento, se puso de pie y empujó directamente a Yadira a la cama.

Tal vez porque Yadira le respondió con besos demasiado entusiastas, la respiración de Delfino aumentó rápidamente.

Cuando los dos se besaron hasta que no pudieran separarse, Delfino de repente se enderezó, la llama en sus ojos aún no se había apagado, y dijo con voz ronca, -Voy a lavarme las manos primero.-

Yadira se quedó aturdida mirando su espalda, y pensando, ¿qué tenía que ver besar con lavarse las manos?

Cuando Yadira reaccionó, ya estaba desnuda.

Su tono era malvado, y le preguntó suavemente, -¿Ahora sabes por qué tengo que lavarme las manos?-

La cara de Yadira ya estaba muy roja, pero cuando le preguntó, estaba tan roja como si estuviera a punto de sangrar, y lo miró mordiéndose el labio.

El corazón de Delfino se suavizó más por esa mirada.

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