Matrimonio de primera romance Capítulo 64

Delfino ya se había ido.

Pero al pensar en lo que hizo Perla la última vez, regresó.

Como resultado… ¡vio un buen espectáculo!

Fue la primera vez en toda su vida que una mujer la defendiera, sin contar a su madre claro.

Se sentía muy extraño.

Yadira llevaba unos zapatos de cuero con tacones gruesos de tres o cuatro centímetros de altura, en realidad no le había hecho mucho daño pisándole los pies a Perla.

No obstante, Perla no soportaba que le humillaran, siempre había sido Yadira quien la trataba modestamente. ¡Ahora esa perra de Yadira se atrevía a pisarla!

Cuando entró corriendo al vestíbulo de Grupo Jimenez, Yadira ya tenía el ascensor allí preparado, se dio la vuelta y le dio a Perla una sonrisa provocativa antes de entrar al ascensor.

Cuando Perla corrió tras ella, el ascensor ya había subido.

Yadira salió del ascensor para ir directamente a la oficina de Henrico.

Recordaba bien que la llamó el viernes pasado y le dijo que hablaría sobre su ausencia en el trabajo cuando llegara a la empresa el lunes.

Henrico no tardó mucho en llegar.

Perla venía detrás suyo.

Como no sabían de antemano que Yadira estaba en la oficina, Perla seguía quejándose con Henrico, -Papá, Yadira se ha pasado. Aunque a veces tengo un mal genio, pero ¿cómo me puede tratar así? Vale que no me respete porque soy la gerente del Departamento de Proyectos, pero me temo que tampoco te tiene respeto...-

Yadira estaba sentada en el sofá, inclinó la cabeza y miró inocentemente a los dos que entraban por la puerta.

Perla se equivocaba, no solo tenía un mal genio, sino que tenía un corazón perverso.

-Creo que te equivocas, Perla. Papá es la persona a la que más respeto.-

Cuando escucharon la voz de Yadira, los dos se percataron de que había alguien más en la oficina.

Al escuchar su voz, Perla abrió los ojos en grande como si hubiera visto a un fantasma, -¿Por qué estás aquí?-

-Papá tiene algo que decirme, así que me he presentado aquí para esperarle, -Yadira sonrió inofensivamente.

Perla finalmente creyó que todas esas tolerancias que mostró Yadira ante las opresiones en el pasado eran fingidas.

Henrico acababa de escuchar las quejas de Perla sobre Yadira, así que también sentía furia. Cuando vio a Yadira, su buena cara se derrumbó de inmediato, -¿Te crees que empleados como tú pueden entrar a la oficina del presidente cuando les da la gana?-

-Vale.- Yadira se puso de pie, salió sin vacilar y cerró la puerta de paso.

Henrico y Perla se miraron, preguntándose qué diablos iba a hacer.

Enseguida sonó toques de puerta.

A continuación, acompañado de un golpe en la puerta, sonó la cortés voz de Yadira, -Presidente, soy Yadira, ¿puedo entrar ahora?-

Henrico estaba tan cabreado que le dolía la cabeza, fue a sentarse detrás del escritorio, levantó la mano y señaló hacia la puerta, -Perla, dile que pase.-

La expresión de Perla no era mejor que la de Henrico, así que de mala gana gritó a la puerta, -Entra.-

Yadira no empujó la puerta.

Perla se acercó y abrió la puerta para ver que no había rastro de Yadira.

Apretó los dientes, contuvo su ira y miró a Henrico, -Papá, se ha ido.-

Yadira ya había regresado a los puestos de oficina en ese momento.

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