Matrimonio de primera romance Capítulo 89

Yadira estaba conduciendo, prestando atención a que si la siguieron los coches traseros de Henrico Jimenez.

Había una curva cuando se acercaba a aquel garaje abandonado.

Yadira no los vio después de pasarla.

Paró al frente de la puerta del garaje.

La puerta giratoria mohosa fue abierta por dentro. Salió un hombre alto con mascarilla. Miró a Yadira con la mirada lúgubre.

-¿Eres Yadira Jimenez? -

-Sí. - Asintió con la cabeza.

-¿Has traído el dinero? -

Yadira dijo calmamente - ¡Necesito ver a mi madre primero! -

El hombre miró a su alrededor y estuvo seguro de que vino sola. Dio media vuelta y fue hacia dentro, -Sígueme. -

Yadira lo acompañó.

El garaje desusado era viejo y desgastado. Abierto y desordenado, había chismes puestos en el suelo cubierto por polvo grueso.

Yadira, detrás de él, vio de lejos a Salia Costa que estaba atada en una silla.

El cabello de que se había cuidado escrupulosamente se encontraba en desorden. La cara pálida mostraba un poco de vejez.

Aunque nació de belleza natural, fue derrotada envejeciéndose por los años pasados.

Notó a Yadira, Salia se puso sorprendida y dijo con la voz ronca - Yadira. ¡Has llegado por fin! -

-¿Estás bien? - Yadira se le acercó dando unos pasos. La vio con el rostro de nada expresión.

Salia movió la cabeza riendo -No me pasará si vienes. Dales el dinero. ¡Solo lo quieren! -

En ese momento, el hombre que la llevó levantó una mano ante ella - Basta. ¿Dónde está el dinero? -

-No me diste el tiempo suficiente para que yo buscase tanto. - Dijo con tranquilidad. - Ya que sabes soy la señora de la familia Jimenez, tendrás idea de que nuestra familia tiene la tarjeta negra emitida globalmente de número limitado. ¿Te la puedo dar? -

Al oír eso, el hombre se puso enojado -¿Me engañas? ¿Acaso piensas que soy tonto? Si la tomase, mandarías que la congelen y llamarías a la policía para que nos atrapase. -

Yadira se sintió ansiosa porque lo pensaba, así como lo que había dicho.

Uno de los dependientes detrás de él se le dirigió para decirle algo.

El hombre con mascarilla la señaló -Puedo librar a esa vieja, pero tienes que sacar el dinero conmigo. -

-De acuerdo. - Lo aceptó Yadira sin mirar a su madre.

Salia dio una mirada a su hija después de que la soltaron. Le dejó unas palabras con los ojos nerviosos -¡Ten cuidado! -

Luego se apresuró a salir corriendo.

Yadira no dijo nada con la expresión irónica.

Sacó la tarjeta negra y el hombre alargó la mano.

De repente, cuando la alcanzaba, movió la mano a la parte de atrás de la cabeza de ella y golpeó el cuello.

Ella no pudo decir algo a tiempo y se desmayó. En aquel santiamén, se acordó de todo lo que sucedió en el día.

Se dio cuenta de que fue extremadamente extraño, pero ya era muy tarde.

En cuanto se despertó, Yadira descubrió que se había cambiado de aquel garaje desusado a un otro lugar.

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