Matrimonio Forzado romance Capítulo 2

Capítulo 1

6 meses después…

Saravi.

—¡Saravi! ¡Estoy hablando contigo!

Por tercera vez consecutiva escucho la voz de mi madre; esta última, con un tono exaltado, haciendo que todo mi conflicto mental sea disipado al instante.

—Perdón, madre, no te escuché —agrego de inmediato alejándome del balcón de mi habitación.

—Últimamente estás muy distraída, niña —rezonga ella sin tacto, mientras ojeo a Nadia quien mantiene una postura rígida ante la intromisión de mi madre.

Nadia Arafat, es mi dama de compañía, la persona que me sirve en mis quehaceres personales, y la que me acompaña a todas partes como un cortejo. Ella es el servicio para todos los que la ven a mi lado, pero para mí, es como una hermana.

Parpadeé varias veces al ver su inseguridad, ella siempre había sido un poco temerosa, y la presencia de mi madre, siempre la colocaba tensa. En un trago duro levanté mi rostro haciéndole una seña para que se tranquilizara, y luego me volví hacia Jemina, mi madre.

—¿Necesitabas decirme algo? —pregunté con delicadeza, entre tanto ella achicó sus ojos.

—Sal de la habitación —Jemina dictaminó en respuesta dirigiéndose a Nadia, por lo cual en cuestión de segundos se marchó dejando el lugar.

La presión de estar con mi madre a solas se hacía evidente. Nadia de cierta forma es un apoyo enorme para mí, a pesar de que sea unos tres años menor que yo.

Por otra parte, sé cuál es el tema de conversación que se iba a entablar entre mi madre y yo, sé exactamente cuál es su retahíla desde hace unos meses, que ahora ya se me hace monótono escuchar.

—¡Estoy muy preocupada! He estado escuchando rumores… unos, que cada día aumentan su intensidad.

Mi ceño se frunce, porque al contrario de lo que pensé, parece que va a tratar otro asunto diferente de la boda real.

—¿A qué te refieres, madre?

—¡Hay otra candidata para el reino, Saravi! Literalmente estás compitiendo con otra doncella… ella tiene un duque como padre, así mismo como tú.

El corazón me salta en rápidos latidos, unos que reflejan esperanza para mí. Aquellos que solo me gritan, libertad.

Giro rápidamente dándole la espalda, en estos momentos lo que menos quiero es encender motivos de alerta para ella, y darle preavisos.

—¿Estás segura? —logro preguntar a la vez que los latidos golpean mi pecho.

—¡Muy segura! Así que tu padre y yo iremos lo más pronto posible al palacio. Él llevará algunos asuntos de interés, allí trataremos de acercarnos un poco para resolver este asunto. Sé que nuestra Alteza Real meterá las manos por nosotros.

«Si hubiese una posibilidad, tan solo una, por remota que sea.»

—Madre… —suelto casi en susurro, tomando con sutileza su mano y temblando un poco ante mi nerviosismo—. Yo… Tal vez no sea una mala noticia, tal vez…

—Pero… ¡¡¿qué dices niña?!! —su voz altanera y dura, me deja claro que No. Jamás podré contar con su apoyo.

La brusca sacudida ha hecho que retroceda varios pasos, y solo me queda observarla con rabia y con mucha impotencia.

—¡Tú naciste para esto Saravi! Tu padre y yo planificamos desde el primer día tu existencia. Serás una reina y junto con el futuro rey, gobernarán Angkor y hasta el último centímetro su territorio.

Las palabras de mi madre solo me hacen sentir una cosa… ¡Náuseas! ¿Planificar mi existencia? ¡Vaya arrogancia!

¿Cómo era posible hablar de esa manera? ¿Cómo se tiene el corazón tan duro para poner sus propios intereses antes que tu hija? Sinceramente cuando trataba de conectar a mi madre conmigo, me era imposible destacar, aunque sea una sola cualidad parecida.

Luego de dar una larga mirada, finalmente decido por no gastar mi energía.

—¡Así será, querida madre!, tal y como tú lo has planeado —digo con una pizca de sarcasmo, y a la vez retractándome ante mi posible falta de respeto.

—Espero que así sea, Saravi, ¡Espero que así sea!

Ante su gesto despectivo, gira sobre su propio cuerpo y se dispone a salir de la habitación dejándome con el corazón en la mano.

Luego pienso y llego a la conclusión de que el tiempo está en mi contra, si quiero actuar debo hacerlo lo más pronto posible; y el primer paso será en hablar con Mishaal.

En el momento vi que Nadia entró tan nerviosa como lo estoy yo, cerrando con seguro y acercándose lo más rápido que puede.

—¡Mi lady!, ¡por favor! No debe salir hoy, la señora Jemina está algo insegura ante su comportamiento.

—¡Nadia, por Dios!, deja de hablar conmigo con etiquetas, sabes muy bien que entre nosotras es diferente, y estamos solas —digo reprochando, mientras que ella se aprieta duramente la parte delantera de su vestido.

—No salga…

—Debo hacerlo, debo hablar con Mishaal, Nadia, ¡Ya no puedo más! ¡Necesito irme de aquí!

Las manos de mi dama de compañía tapan su boca de una forma poco elegante, negando ante mis palabras.

—¿Se fugarán esta noche? —pregunta aterrada.

—Los duques saldrán mañana al palacio a primera hora… Entonces yo me iré luego de su partida, necesito hablar con él.

El fuego que siento en mi pecho no es más que euforia. Una sensación de temor, pero también de furor me quema lentamente; y no quiero postergar más los días, no con la visión de horror ante el futuro que me aguarda, así que solo esperaré la partida de mis padres de la casona.

No sé si esta salida sea definitiva, quizás no vuelva a regresar a esta forma de vida, pero una parte de mí, esa que anhela quitarse todas las etiquetas de encima, desea probar una vida en libertad.

Seis meses habían pasado, justo el día en que no resistí después de una discusión con mi madre. Ese día decidí salir por la noche, quería respirar aire puro y quizás perderme en el camino. Entre pensamiento y pensamiento me dejé llevar, tanto, que cuando entré en razón, todo lo que me rodeaba era desconocido para mí. Y entre miedo, emoción y encuentro, todo sucedió.

No pude jamás imaginar que ese día me encontraría frente a frente con Mishaal Rezhac…

El amor de mi vida. Del que estaba completamente enamorada.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Matrimonio Forzado