Matrimonio Forzado romance Capítulo 22

Saravi.

—No preste atención a Umar… —el vizconde me saca de mis pensamientos, colocando su mano en mi hombro, diciéndome que no tome importancia a nada de lo que ese hombre trata de hacer conmigo.

—No entiendo nada, Fais —expreso resoplando y conteniéndome con esfuerzo—. Si yo no era de su agrado ¿Por qué me eligió para su hijo? ¡Es evidente que me odia!

Fais no dice una palabra, solo aprieta su mandíbula demostrando que de cierta forma sabe muchas cosas que yo ignoro completamente. El vizconde me toma suave por el codo para llevarme hacia la dirección donde se encuentra Hanna tan lejana en sus pensamientos, como lo estaba yo hace unos momentos.

—Venimos a llamarte aquí a la tierra, Hanna —reclama el vizconde mientras que ella se exalta nerviosa, colocando su mano en el pecho.

—¡Lo siento! —Dice dibujando una sonrisa—. Quería saber si todo estaba organizado, y reparaba en sí se me había olvidado algo.

El rostro de Fais le dice a gritos que no cree ni una sola palabra de lo que está diciendo. Yo por supuesto disimulo ante la situación, pero sin duda alguna le preguntaré a Hanna en cualquier momento qué ocurre con el general.

Un lacayo nos ofrece una bandeja de bebidas y yo tomo una de forma apresurada para aliviar la carga en mi garganta, los ojos de Fais y de Hanna están sobre mí, pero aun así no me detengo en el hecho tomando el vino de un solo trago y con esto alterando sus fijas miradas en mí.

—Permítanme un momento —pronuncia Fais—. Necesito hablar con Nabal.

Hanna y yo afirmamos para que él se retirara definitivamente. Mis ojos se alzan recorriendo nuevamente el salón. Zura entabla una conversación con Ainara Marras, mientras que Umar parece divertirse mucho con su hijo Kader por la forma en que se ríen. Por otro lado, Fais ha conseguido a Nabal quienes caminan a paso lento por el salón para dar salida al jardín. Y justo al punto de la salida en un rincón, está Kalil aun hablando con Alina mientras a sus espaldas, se encuentra Basim como una piedra dando miradas de reproche a Hanna.

—¿Qué te ocurre? —pregunto hacia la princesa y al mismo tiempo tratando de distraerme también. He decidido que esa mujer no me amedrentará.

—N-no es nada… —responde sin mirarme. Entonces tuerzo los ojos, irritada.

—¡Bien! Entonces seré más directa. ¿Por qué el general Basim te responde las miradas como si quisiera asesinarte?

En un segundo logro tener toda la atención de Hanna, un rostro asustadizo de su parte se centra ahora en mí, entre tanto sus labios luchan por contener el temblor.

—¡Por favor Saravi! No hables de eso aquí. ¡Por favor!

—No te pongas así, Hanna —digo tomando sus manos—. Ven, respiremos aire fresco, las dos lo necesitamos.

Ella asiente y salimos de inmediato al jardín, pero como las cosas siempre son difíciles, para salir debemos pasar justo de lado donde está Kalil. Aprieto mi mano junto toda mi valentía y no detallo ningún centímetro de su presencia ni la de Alinna.

El aire por supuesto alivia la tensión de inmediato, aprieto más la mano de Hanna y la guio hacía unos sillones para estar más cómodas. Sé que ella quiere hablar así tanto como yo deseo descargar todo esto con alguien y que esa persona me entienda así yo no tenga un ápice de razón.

—Ahora puedes decirme que te ocurre, ¿Por qué esta cara de preocupación como si algo te atormentara?

—Saravi, no sé si tú… Creo que lo mejor es dejar las cosas así —explica bastante confundida.

—Hanna… ¡Mírame! No tienes por qué desconfiar de mí. Sé que no he sido la mejor persona desde que llegué al palacio, pero tú has sido incondicional conmigo, me has ayudado muchísimo aquí y yo te tengo un aprecio inigualable. Jamás haría algo para hacerte daño.

Hanna niega varias veces mientras que un suspiro sale de mi boca, entendiendo que irremediablemente ella no confía en mí, y que nada hago con presionarla. Enseguida despegó mis manos de las suyas y la miró fijamente.

—Te entiendo, no te preocupes, soy una desconocida para ti. Cualquier cosa que necesites Hanna, puedes contar conmigo, solo hazlo cuando estés preparada.

Dichas estas palabras me levanto del sillón de su lado y justo cuando he dado ya unos pasos, su baja voz me detiene.

—Traicioné a Basim con otro hombre.

Giro bruscamente sorprendida, no creyendo las palabras avergonzadas de Hanna, sin entender completamente qué ha querido decir con eso y que, muy a pesar y antes sus gestos, entiendo que ella está enamorada del general.

¿Pero qué pudo ocurrir para que Hanna, la dulce Hanna, hiciera tal cosa?

Trato de parecer calmada para no alterar más los nervios de Hanna, que ya no me mira, su rostro está escondido en sus manos como si la vergüenza la hubiese cubierto por completo. Ella no sabe que yo no soy digna de que me tome como una persona respetable, de hecho, ante su confesión yo puedo estar siendo peor que ella.

Doy pasos lentos nuevamente hacia ella, sentándome cuidadosamente para tomar sus manos con delicadeza, y quitándolas de su rostro lleno de lágrimas.

—Hanna… mírame —pronuncio suavemente retirando totalmente sus manos—. No te sientas avergonzada, no conmigo.

Ella alza su rostro de inmediato sollozando, observándome con tanta tristeza que logra partirme el alma.

—Fui una tonta Saravi, no sé qué me pasó, no entiendo aún cómo pude ser engañada de esa manera —dice hipando.

—¿Podrías contarme para entender?

Ella afirma decidida para luego limpiar su rostro suavemente, y me da una mirada fija.

—Salía con Basim a hurtadillas de mi padre —comenzó mirando hacia otra parte como si tratase de irse al momento en que sucedieron las cosas—. Estaba completamente enamorada de él, pero papá por supuesto no podría saberlo, a él no lo podría convencer solo con el argumento de que sentía amor por el general.

«¡Claro que no!» pensé.

—Ni siquiera gasté mi tiempo en decírselo a mi padre, el único que sabía de ello era mi hermano, Kalil. Basim y él siempre han sido muy amigos. No sé si tú sabías que antes que mi hermano tomara la corona, también servía en el ejército —explica, no solo haciéndolo como un comentario, sino también dejándome firme, que Kalil se ensuciaba las manos siendo un príncipe.

—No lo sabía, Hanna —respondo débilmente, aunque ella hace una pausa mojando sus labios para luego proseguir con su historia.

Ella es lo importante ahora.

—Él, mi hermano, descubrió en menos de una semana nuestros encuentros y nos pidió a ambos ser muy precavidos, aun con mi padre en la corona había muchos enemigos, pero lo que yo no sabía era que esto que está pasando ahora, Saravi, esta revuelta y este acto de rebeldía que ahora está afectando todo el reino, comenzaría por mí.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Matrimonio Forzado