Matrimonio Forzado romance Capítulo 31

Saravi.

Mi cuerpo está sumamente agotado, el temblor constante que ha emanado desde que envié la nota con el lacayo me ha dejado tan falta de fuerzas que en cualquier momento creo que perderé la paciencia.

¿Por qué no ha venido? Ya han pasado algunas horas desde que le envié la notificación, la cual debió ser alarmante para venir sin algún reparo.

Camino por la pequeña habitación de lado a lado torturándome por lo que pasará y por lo que ha pensado Kalil al leer. Mordisqueo mi uña haciéndola pagar por el estrés tan fuerte que estoy experimentando en estos momentos, esta, quizá sea la única oportunidad en que pueda ser escuchada.

Y eso es todo lo que quiero.

Unos toques suaves, pero persistentes en la puerta me dan un vuelco en el corazón, la respiración se me entrecorta y el temblor en mi cuerpo se intensifica.

¡Respira! ¡Respira!

Tomo el aire y camino hacia la puerta, agarro la manilla y abro lentamente hasta que el rostro de Kalil va apareciendo ante mi visión.

A pesar de la situación, a pesar de la tensión y de su mirada de rechazo hacia mí, siento que cada vez que lo veo mi corazón se despedaza en miles de fibras para volverse a comprimir y palpitar con una fuerza inigualable. Como si se saliese de mi pecho para alertarme que no puede ser diferente.

Doy unos pasos hacia atrás mientras él me asoma la nota.

—Entonces van a venir a rescatarla, debe tener los nervios de punta —exclama iracundo con total arrogancia y cinismo.

Sus ojos inyectados en sangre y rostro pálido no dejan de hacerlo menos atractivo, por supuesto está semana ha sido un desastre para él, no logro imaginar qué ha pasado por su mente ni su tormento, por su apariencia puedo descifrar que siente un profundo dolor, y eso me duele hasta la médula.

—Usted habla con verdad —repongo firme—. Estoy asustada, pero algo debo hacer para pagar por mis errores.

Su ceño se frunce profundamente, está confundido ante mis palabras.

—¿Qué quiere decir con eso?

—Está muy claro —digo mientras tomo un poco de distancia entre él y yo—. Este es el momento perfecto para que puedan capturar a los líderes de ayatolá, yo puedo ir con ellos y ser una informante para ustedes. Así borrarán de una vez por todas el grupo sublevado y sus intenciones.

Una mueca sarcástica sale de su boca, pero no es alegría lo que su rostro expresa, parece más bien una rabia contenida en un disfraz de sonrisa.

—¿Usted me cree tan idiota al pensar que nos va a ayudar? ¿Es capaz de subestimarme a tal punto, Saravi? Una vez usted haya puesto un pie fuera de estas tierras obtendrá lo que usted siempre quiso. Su libertad, y por supuesto estar con ese hombre.

Miro bajo negando ante sus palabras, pero no me dejo apabullar por la forma ordinaria y tajante con la que me habla.

—¿No cree usted que eso sería muy estúpido de mi parte? Si así lo hubiese querido, ¿por qué habría de mostrarle la nota para alertarlo? ¿No cree que hubiese sido mejor esperar que me buscarán y ya?

Kalil enmudece ante mis palabras quedándose sin refutar, entonces pasa sus manos por el cabello indicándome que está en completa tensión. Yo logro recorrer todo su cuerpo con mi mirada y suspiro para mí misma, necesitaba tenerlo, aunque sea unos metros cerca, ver su rostro, sentir su mirada. Con tan solo tener su presencia puedo aliviar un poco la sensación que me ha perturbado en el pecho durante todos estos largos días.

—¿Entonces qué pretende? —pregunta bajo.

—Lo mismo que he dicho anteriormente. Colaborar con el reino para desarmar al grupo ayatolá. Si usted quiere puede reunir a todo su equipo y yo hablaré de lo que se puede hacer —hago una pausa para pasar el trago, ya que su mirada penetrante me tiene los nervios de punta—. Pero no haré nada de lo que hablé hasta que usted me escuche, y yo diga todo lo que tengo que decir.

Doy unos pasos en dirección a la puerta, es necesario salir de esta habitación, es necesario no tener su cercanía, de lo contrario mi corazón no podrá aguantar un ritmo normal en todo el momento.

—¿A dónde va? —pregunta sosteniéndome fuertemente el brazo.

—Es mejor hablar en el jardín.

—¡No! —me jala—. ¡No saldremos de aquí! ¡Nadie nos interrumpirá! Así que esta es su oportunidad ¡Hable ahora!

De un tirón toma mis brazos para devolverme a la habitación, cierra la puerta y coloca el seguro para tornar a mi dirección tomando de nuevo mis brazos fuertemente, pegándome a la pared con su cuerpo recostado al mío.

Su cercanía y el choque agitado de su aliento en mi rostro me hace casi olvidar el agudo dolor que están teniendo mis brazos ante su presión. Puedo ver como mi pecho sube y baja sin control alguno y observo como su rostro está contenido, como si este momento fuese una tortura para él.

Kalil reprime su rostro, y yo suelto un quejido ante el dolor de su presión.

De forma inmediata me suelta y da un paso hacia atrás explorando qué ocasionó mi gesto. Entonces llevo las manos a mis brazos para tratar de alivianar la presión y luego trato de colocarme lo más firme que puedo. Ya no puedo perder más tiempo y la verdad tengo miedo de perder esta oportunidad.

—¿Quién te hizo esto? —pregunta dirigiendo su mirada en mis moretones.

—Creo que entre el forcejeo y la manipulación constante de varias personas…

—Mi madre… ¿Qué fue lo que ella te hizo?, Hanna…

—¡Por favor!, olvídelo —suplico—. Solo déjeme hablar. Necesito que me escuche.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Matrimonio Forzado