Matrimonio Forzado romance Capítulo 9

Saravi.

¿Qué es lo que acabo de leer?

Llevo la palma de la mano a mi boca, no sé si estoy temblando porque estoy leyendo esta carta sin permiso del rey, o si estoy temblando por lo que acabo de leer. Realmente no sé qué pensar.

¿El rey está enamorado? ¿Abandonó su relación por cumplir con su nación?

Muchas conjeturas se hacen en mi mente, ahora puedo entender muchas cosas de las que me habló, ahora puedo creer la verdadera razón del por qué no quiso consumar nuestro matrimonio. Simplemente no quiere tocar otra mujer porque está enamorado… de ella. De Alinna.

Pero, ¿y por qué no se casó con ella? ¿Por mantener el pacto acordado por nuestros padres?

El sonido de unos pasos hace que arrugue un poco la carta, y con manos temblorosas me apresuro y la coloco en el libro, pero no me da tiempo de guardarlo en la gaveta.

—¡Aquí estás!

De un tiro me coloco de pie y diviso el rostro alegre de Hanna.

—Lo siento… No quise asustarle, majestad —se disculpa—. ¿Se siente bien?

—No… Sí, Hanna… No tienes que llamarme así, es solo que tenía mis pensamientos en otra parte, me has asustado. Estaba concentrada en la lectura.

Ella desvía sus ojos a mis manos, y trago forzado.

—¿Estabas leyendo economía? —pregunta con el ceño fruncido.

Entonces vuelvo la mirada en el libro y un título grande enmarca la portada; “Economía…” Y en consecuencia comienzo a sentirme en una jaula. Finjo una sonrisa y niego lentamente.

—Estaba sentada aquí, viendo cualquier libro y encontré este en la gaveta… No me interesa mucho este tema, así que lo pondré de vuelta.

Pausadamente lo guardo y me levanto, pero ella no está muy convencida de mi actitud.

—Tu hermano dijo que enviaría a alguien para hacer una agenda… —vuelvo a intervenir rápido para cambiar el tema.

—Así es, yo vine a llevarte con el Vizconde que te ayudará… ¿Vamos?

Asiento en respuesta y con una sonrisa salgo con ella de la biblioteca. Suelto un suspiro de alivio, respiro, y mi mente se va llenando de un montón de preguntas acerca del suceso.

«Está enamorado» repito una y otra vez.

Parte de la tarde estuve con el vizconde, Fais Handal, un hombre de unos cincuenta y tantos años. Por lo que Hanna me informó, parte de su vida la llevó a cabo dentro del palacio; sus consejos y sabiduría eran muy respetados por todos, incluso por el anterior rey, Umar. Al principio de la presentación, su escaneo hacia mi persona fue un poco incómoda, y era lógico, el hombre era de íntima confianza del reino.

Poco a poco y mientras me hablaba sobre las tareas que debía cumplir una reina, la conversación se hizo amena. Al parecer tenía un amor muy paternal con Hanna, y como otros más, también admiraba al actual rey.

Fue fácil llevarle el ritmo, de forma paciente realizó una agenda preguntando mi opinión en gran parte de las tareas, como también realizó algunas recomendaciones que agradecí en el instante.

—Le veré mañana, y podremos estipular el día de visita al pueblo, majestad.

—¿Al pueblo? —pregunté interesada.

—Así es, usted podrá visitar muchas casas de asistencia. El rey quiere que nos involucremos con nuestra gente y eso me ha parecido bastante bueno.

Esto me toma por sorpresa, de nuevo.

—La verdad me parece maravilloso, con todo el gusto quisiera hacerlo en cuanto se pueda.

El hombre me sonríe, asiente, y por consiguiente ante mi alegría, me acerco a él dándole un abrazo de agradecimiento. Mi gesto por supuesto lo toma por sorpresa, pero el vizconde se repone de inmediato tomando una actitud profesional, pero con mucho tacto.

—La veré mañana, alteza —repite sonriendo un poco—. Me retiro con su permiso —dice dando unos pasos hacia atrás y yo asiento afirmando su petición. Esto es un poco incómodo, la gente me pide permiso para muchas cosas, porque si me fastidiaba los protocolos en la casona, estos se multiplican por mil en este lugar.

Al girar mi cabeza, observo que Hanna está completamente divertida.

—Que bien, yo te divierto.

Ella toca su boca dejando salir su risa contenida.

—El vizconde nunca se imaginó que hoy sería abrazado por la reina… Lo siento Saravi, su rostro fue muy chistoso —dice ruborizándose.

—No te preocupes, me gusta verte sonreír.

Ella hace un gesto dulce mientras me toma para caminar.

—Hoy compartiremos cena, no nos reunimos siempre, pero todos los viernes lo celebramos como algo importante, es una costumbre familiar.

Suelto el aire entre tanto camino con ella, tenía pensado ir a mi habitación a escribir la carta a Mishaal, pero por lo que veo, se postergará de nuevo.

—Gracias por decirme, estaré lista.

—Puedes preguntarme siempre lo que quieras, cualquier duda, incluso si te parece, puedes confiar en mí —dice en tono sincero.

—Hanna —tomo sus manos—. Quiero agradecer tu hospitalidad y sobre todo tu amistad, es muy valioso para mí tener a alguien… En quien confiar.

Su sonrisa me hace sentir bastante segura, incluso estar con ella hace menos pesada mi carga aquí en el palacio.

Luego de caminar unos minutos más, decidí por ir a mi habitación y descansar un poco, saludar a Nadia y prepararme para la cena. Quisiera pensar que sería un momento en familia como lo dijo Hanna, un momento de tranquilidad; pero en mi caso y con esta familia, está muy lejos de serlo.

Ya comienzo a extrañar a mis padres, más que todo a papá, el calor de hogar desde hace rato se ha alejado de mi vida. Sé que me sentiré extraña por mucho tiempo, sé que será difícil levantarme cada día con un hombre extraño a mi lado, uno que descubrí renunció también al amor de su vida, por hacerse cargo de su nación. No sé cómo sentirme con eso, y no sé por qué me ha tomado desprevenida el saber dicho suceso, siendo sincera conmigo misma, el tema me tiene bastante confundida.

Por otra parte, sé que mi lejanía con Mishaal de cierto modo irá afectando nuestra relación. Hay muchas cosas que por mi grado de enamoramiento no quise preguntar, ahora que puedo ver otra cara de la moneda, hay miles de preguntas que me gustaría hacerle.

—Se ve hermosa, el dorado es su color, le luce mucho con ese vestido color crema.

Una sonrisa se forma en mi rostro mientras que Nadia comienza a cepillar mi cabello.

—Gracias…

—Ha estado muy pensativa hoy, yo he hablado como una lora, y usted está en otra parte —dice ella colocándose en mi campo de visión.

—Ni yo sé que me ocurre…

—¿Qué quiere decir?

—No sé, Nadia, hay muchas cosas que me están carcomiendo, muchas dudas, tengo muchas preguntas por hacer… Por un lado, Hanna es LA persona que jamás pensé conseguir aquí; atenta, dulce, buena persona, y el vizconde… Tiene su carácter, pero una vez lo conoces, lo quieres…

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Matrimonio Forzado