Matrimonio obligado romance Capítulo 3

Lacie se mantuvo en silencio mientras era aplastada por su cuerpo, hizo intento de salir, para huir, pero no pudo, se calmó y se quedó quieta esperando, aunque no pudo evitar que sus lágrimas bañaran su rostro… se sentía miserable, tan pequeña … tenía miedo por lo ocurrido, sin embargo, segundos después, un poco más tarde, cansada como estaba de pensar y con su característica capacidad de encontrar lo mejor incluso en las peores situaciones, Lacie inventó un cuento de hadas en su cabeza. Imaginó que se casaría con Renaldo y que vivirían felices para siempre, con sus propios hijos y todas las cosas maravillosas que eso conllevaba. Sin embargo, mientras se dormía, no podía imaginar el terrible destino que le esperaba al despertar.

Renaldo se despertó aturdido y desorientado, pero al sentir el suave cuerpo femenino a su lado, no pudo evitar acercarse. Sintió un sordo latido en la cabeza, así que abrió los ojos e intentó despertar a la mujer que había creído que era Katy. Pero en cuanto se dio cuenta de que no era ella, que todo se lo había imaginado, su reacción fue violenta.

Pegó un grito retumbando en toda la habitación que, si las paredes no hubieran sido insonorizadas, habría despertado a todos en la casa. Emitió un grito primario de rabia y asco, emprendió contra ella, al darse cuenta de que no era Katy, sino una jovencita, con los ojos verdes más expresivos que había visto en su vida y unos labios voluptuosos.

De inmediato pensó que había caído en la trampa de una de las muchachas de servicio de esas que querían atrapar un marido millonario, sintió que una ola de rabia lo inundaba y arremetió violentamente, maldiciendo y gritando a la chica que había violado su confianza.

—¡¿Qué haces aquí?! ¡¿Quién carajos eres?! ¿Por qué estás en mi habitación? —gritó furioso, empujándola violentamente y tirándola de la cama.

Lacie cuando vio eso intentó explicarse, pero la expresión de repulsión del hombre la cohibió y la asustó.

—¡No eres más que una zorra! ¡¿Entraste a mi habitación a seducirme?! —gritó saltando de la cama y tomándola por los brazos tan fuertes, que terminó clavándole las uñas en la carne. Se movió cada vez más rápido, mientras ella continuaba sin reaccionar. Era frustrante, pero no podía controlarse.

Aterrada y agotada, Lacie trató de entender lo que estaba sucediendo. Ren seguía gritándole, acusándola de intentar seducirle.

Frenética y confusa, se esforzó por pensar con claridad. Pero, a pesar de sus esfuerzos, no pudo superar las furiosas acusaciones del hombre.

Finalmente, en un intento desesperado por defenderse, pudo pronunciar palabra

—Nooo… eso no es así… yo… —no podía hablar por más que quisiera, porque el hipo de su llanto no se lo permitía.

Ella estaba aturdida y confundida, quiso explicarse, mas Renaldo no quiso escuchar nada. Le gritó con furia, reprochándole que se hubiera metido en su cama, cada insulto era peor que otro y como si eso no fuera suficiente, la agarró por el brazo, tomó la ropa que estaba regada en la cama y la sacó de la habitación sin contemplaciones, algunos de los empleados de servicio vieron la escena y se mantuvieron sin hacer nada, solo aparentemente trabajando.

Ella salió corriendo de allí por el pasillo, mientras las lágrimas se acumulaban en su rostro, su vista estaba nublada, pero igual corrió por los pasillos de la mansión como si cientos de demonios la persiguieran, mientras veía a todos lados, suplicando en su interior que Fénix no la viera, cuando encontró el pasillo correcto, entró a la habitación, le pasó seguro y se sentó detrás de la puerta a llorar amargamente.

Se abrazó a sí misma mientras sentía que todo su cuerpo le dolía, ella se levantó, se fue corriendo al baño y se duchó… no podía dejar de llorar, no por haber estado con él, sino por su forma de tratarla, eso hería a su enamorado corazón.

Durante toda la mañana Lacie se negó a salir de la habitación, cuando su hermana la fue a buscar ella no contestó, ni siquiera respiró mientras esperaba que se alejara, no podía dejar de cuestionarse lo ocurrido ¿Cómo pudo haber sido tan idiota? Sintió que debía haber escuchado antes a Fénix y no había sido capaz de hacerlo. Ahora le habían dado una lección que no se le iba a olvidar. Se sentía débil y asustada, se preguntaba por qué había sido tan tonta, tal vez ya era hora de marcharse de esa casa.

Luego lo pensó mejor, no podía hacerlo porque se darían cuenta de que había pasado algo, su familia la conocía muy bien y más porque durante mucho tiempo quiso visitar a su hermana para ver a Renaldo, no podía salir ahora diciendo que ya no quería estar cuando apenas llevaba un día en esa casa.

Negó con la cabeza y una nueva idea surgió en su interior, la parte de ella enamorada volvió a ilusionarse y pensó… “¿Y si yo puedo lograr que se enamore de mí? Si le demuestro que no soy una zorra” se dijo con una mezcla de esperanza en su interior. Se metió a la ducha, se bañó y se lanzó en la cama a dormir sintiéndose adolorida, porque tenía la sensación como si le hubieran roto todos los huesos del cuerpo.

*****

Renaldo estaba lleno de dolor y rabia, estaba convencido de que había sido objeto de una trampa, fue al baño, se tomó una pastilla para el dolor de cabeza y se acostó de nuevo, sabía que debía enfrentar el problema que acababa de ocurrir, pero debía primero descansar y eliminar esa resaca de su cuerpo para poder hacerlo.

Al mediodía, se despertó, su estómago rugía del hambre, por eso se levantó y se bañó en tiempo récord, pensando que con eso podía borrar el olor de la chica con la que estuvo, pero esta se había impregnado en su piel, molesto se vistió y salió de allí, vio a una de las empleadas y le ordenó limpiar su habitación.

—Por favor, limpie la habitación y recoja esas sábanas, tíreles a la basur4 y quémelas —ordenó, dispuesto a averiguar quién había sido la chica con la cual pasó la noche.

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