Mi cariño de 18 años romance Capítulo 5

-Pero... ¿estás segura de que no necesitas discutir con tus padres?-

Pedro no tenía idea de por qué la chica de dieciocho años tomaba tal decisión.

Fernanda sonrió con amargura.

-No, mis padres... estarán de acuerdo.-

Pedro se sentía un poco incómodo al ver la sonrisa de Fernanda. Y decía, -Bueno, si es así, cuando tengas tiempo, muévete aquí y vives con el señor Isidro.-

-¿Qué?- Fernanda estaba suspensa.

Acababa de firmar, ¿se movía a vivir juntos?

Fernanda era todavía una chica, y era nerviosa cuando escuchaba esas palabras.

-¿Crees que después de casarte con el señor Isidro, todavía puedes vivir la vida como quieres?- Pedro la veía atónita, sabiendo que ella no había pensado en eso cuando firmaba.

-Ahora eres la esposa del señor Isidro, así que tienes que asumir la responsabilidad de cuidar al señor Isidro y mantener la familia.- Pedro lo decía con cara seria, -Señorita Fernanda debe tomarse este matrimonio en serio.-

El señor Isidro había sido herido por Rocío una vez y Pedro no quería que el señor Isidro volviera a ser herido de nuevo.

Fernanda se sorprendía por su seriedad repentina.

De hecho, cuando aceptaba casarse con Isidro, todo lo que pensaba eran sus propios intereses. No consideraba lo que necesitaba de Isidro.

Cuando se le recordaba a Pedro, sabía que estaba pensando demasiada simple.

Ella estaba un poco asustada.

Después de todo, solo tenía dieciocho años y todavía era una chica sencilla.

Era muy difícil de aceptar que tenía que convertirse en esposa y madre.

-Yo... ¿puedo arrepentirme? -

-¡No!-

Pedro se ponía serio enseguida.

-Es un honor para ti que puedas casarte con un gran hombre como el señor Isidro. -

Si no fuera por la herida, ¡era imposible que esta chica pudiera casarse con Isidro!

-Lo sé.-

Fernanda asentía.

Era una conclusión inmutable.

Cuando dejaba de llover afuera, Fernanda se preparaba para irse.

Antes de irse, no se olvidaba de saludar a su nuevo esposo Isidro, -Señor Isidro, voy a irme.-

Los ojos de Isidro se posaban en ella, -Ven aquí-

Fernanda se le acercaba con perplejidad y veía que Isidro extendía la mano y la sostenía suavemente.

El cálido toque de la gran palma hacía que su cuerpo temblara levemente, quería soltar la mano, pero después de mirar los ojos tristes de Isidro, ella dejaba de moverse.

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