Mi cariño de 18 años romance Capítulo 95

Fernanda volvió la cabeza, su pequeño rostro estaba lleno de dudas, lo miró y dijo, -¿Te has despertado? No podía dormir y tenía un poco de hambre, así que pensé en hacer algo para comer.

Fernanda tampoco durmió bien. Tuvo un sueño, soñó que su madre fue allí y se la llevó a casa. En el sueño, la familia Rivero quería echarla lejos por culpa de Juana.

Ella sintió pánico...

Cuando se despertó, descubrió que todavía era temprano, pero se levantó de todos modos.

De paso, preparó el desayuno para que cuando el hombre se despertara pudiera comerlo.

Isidro miró a Fernanda, el sol de la mañana brillaba en su rostro, haciéndola lucir vívida y luminosa.

Puso la comida en la mesa y le dijo a Isidro, -Señor, ¿desayunamos? Por cierto, aún no te has lavado la cara, espérame...

Dicho eso, fue rápidamente al baño y le trajo un cuenco de agua.

Ella escurrió la toalla de el cuenco y se la entregó.

Isidro miró a Fernanda, sin coger la toalla que le había entregado, sino que directamente sostuvo su mano.

Fernanda se sorprendió por un momento, miró a Isidro y sonrió, -Te he dicho que te laves la cara. ¿Por qué sujetas mi mano?

-¿Sabes que hay personas que se encargan de todas estas cosas?

Le estrechó la mano.

Los dedos de las manos de Fernanda eran muy largas, pero las palmas eran un poco gruesas, tenía callos que salieron por el trabajo.

-Me levanté temprano y no tenía nada que hacer -dijo Fernanda-. Comer todos los días sin hacer nada no era bueno como tampoco dejarle todo al personal.

Sin hacer nada y dejar que Isidro la sustentara hacía que Fernanda estuviera muy perturbada.

Cada vez que pensaba que no podía depender de sus propios padres, no se atrevía a confiar en nadie.

Isidro miró a Fernanda y descubrió que su rostro siempre presentaba tranquilidad y comprensión que no pertenecían a su edad. A pesar de que había sido tratada con amor en la casa de la familia Rivero esos días, no se había olvidado de quién era y había insistido en salir a trabajar.

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