Mi Chica Melifluo romance Capítulo 14

El sol se filtró a través de la ventana de cristal y Dulce se revolvió. Había pasado despierta casi toda la noche y su mente era como un lío, que estaba lleno de Alberto...

Alguien llamó suavemente la puerta unas cuantas veces, ella se acostó un rato más antes de acercarse a abrirla. Cuando miró mediante la mirilla, encontró a Alberto de pie en la puerta, bajar la vista al suelo.

Abrió la puerta con un rostro inexpresivo.

—¿No has dormido bien? —Alberto levantó los ojos hacia ella y dijo con la voz baja.

Sí, tenía un aspecto realmente refrescante, como un lobo feroz bien satisfecho. La camiseta gris de manga larga y los pantalones blancos con los que se vestía, obviamente de colores vulgares, seguían sin afectar el aura sobre él.

Dulce frunció los labios y se giró de lado para dejarle entrar, diciendo con displicencia:

—Mientras duermas bien.

—¿Adónde quieres ir hoy?

Alberto miró la colcha arrugada de la cama.

Ella se detuvo en su lugar y le respondió en voz baja:

—Quiero dormir.

En la cara de Alberto surgió gradualmente una sonrisa, ese tipo bastante malicioso, que la hizo sentir el hormigueo del cuero cabelludo.

Se calló por un momento y se acercó lentamente a ella, extendiendo la mano y envolviendo su cintura en sus brazos, que era muy suave y delgada y que él no tenía reparo en frotar arbitrariamente, haciendo que Dulce se sintiera alterada.

—No está mal pasar en la cama.

Finalmente se rio. Sus dedos levantaron con brío el camisón de seda, debajo de la cual no había nada...

—No quise decir eso.

Dulce se apresuró a intentar cubrir sus pechos.

Alberto seguía riendo, pero Dulce paró de explicar y dejó caer lentamente sus manos.

—Dulcita, tan obediente, no me soporto hacer algo contigo.

Bajó los ojos a sus blancos pechos en que aún había las marcas de dientes y dedos que había dejado la noche anterior. Casi había gastado todas fuerzas cuando estaba encima de ella...

Al verla con el ceño fruncido, Alberto se rio a carcajadas.

—¿De qué te ríes?

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