Mi Chica Melifluo romance Capítulo 15

Mientras el coche salía de la ciudad, el corazón de Dulce seguía latiendo rápidamente.

Desde el abandono del hotel hasta ahora, Alberto volvió a esa mirada suave, pero le seguía dando miedo de todos modos. Cuando el Lobo Feroz engañó a Caperucita Roja para que abriera la puerta, tenía la misma expresión, ¿no?

Mantenía la cabeza girada para mirar afuera de la ventana. De repente, tendió la mano y tomó la de ella.

—¿En qué estás pensando?

—Tú y las cosas increíbles que has hecho —respondió con sinceridad.

—Je...

Se echó a reír y sacó la pitillera, luego dirigiendo la mirada hacia ella.

—¿Está bien?

—Sí.

Ella asintió.

Bajó la ventanilla y dejó que entrara el viento, exhalando el humo lentamente y diciendo calmadamente:

—Nada es imposible en Las Vegas.

Sí, aquí en Las Vegas, una cara era el paraíso y la otra, el infierno; era imposible saber, al avanzar o al dar la vuelta, ¡hacia dónde se dirigiría realmente!

Dulce volvió a morderse los labios

—¿Te gusta tanto morderte?

Le echó la mirada de reojo y extendió otra vez la mano para darle una suave palmadita en los labios.

—Sólo yo puedo morderlos, ¿recuerdas?

—¿Ah?

Dulce estaba un poco confundida. ¿Realmente creía que estaban recién casados, o que ella era su querida esposa? ¡Se mostraba tan gentil como un buen marido en las palabras y acciones!

Cuanto más suave se expresaba, más excéntrico era, ¡más miedo le daba! O bien fuera un experto en el amor o tuviera un secreto en su corazón.

Dulce se movió más hacia la puerta del coche y lo observó con cautela.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Mi Chica Melifluo