Mi dulce corazón romance Capítulo 4

A Anastasia siempre le había gustado meterse con ella desde que era joven. En el pasado le había metido en muchos problemas.

Cordelia no se molestó en perder el tiempo con ella, sacó algunos billetes de su bolso y pidió la cuenta.

Sin embargo, Anastasia dio un paso adelante y le bloqueó el camino.

—¿Por qué te vas? Ven, déjame ver, ¿hoy estás repartiendo condones o lubricantes? —dijo extendiendo la mano para agarrar su bolso.

Cordelia dio un paso atrás y la miró con frialdad.

—¡Anastasia, no vayas demasiado lejos!

—¿Demasiado lejos? Ja, ja…

Parecía haber escuchado la broma de su vida.

—¡Cordelia! ¿Todavía te crees que eres la novia de mi hermano? ¡Ya habéis cortado! Ahora no eres nadie, ¿a qué viene esa arrogancia?

El rostro de Cordelia estaba sombrío e inexpresivo.

Anastasia hizo un gesto con la mano.

—¡Id y traedme su bolso!

—¿Qué hay de interesante mirar su bolso? ¿No vende juguetes sexuales? Si sale a estas horas para entregar la mercadería, ¿quién sabe si está entregando productos o a sí misma?

—Eso, pero creo que es tan aburrida que nadie la querrá. ¿Por qué no le quitamos la ropa y la revisamos? ¿Y si encontramos alguna evidencia? ¿No ayudarías a tu hermano a aclarar su injusticia?

Los ojos de Anastasia se iluminaron.

—¡Sí! Eso es.

Varias personas avanzaron y el rostro de Cordelia cambió.

Se dio la vuelta y pillándolas por desprevenida huyó.

Después de todo, bebió demasiado, tambaleaba con sus pasos y no podía distinguir la dirección. De modo que cuando vio las letras WC en la puerta, se apresuró a entrar.

De pronto se escuchó un sonido en el baño:

—¡Joder!

Solo había dos personas adentro, uno estaba fumando y el otro estaba meando. Al verla entrar, el segundo casi se orinó en los pantalones por el susto que se había llevado.

También era la primera vez que Cordelia se encontraba en esa situación. Se quedó estupefacta durante unos segundos y luego se dio cuenta de que se había equivocado de baño, entonces se sonrojó.

—¡Lo siento, me equivoqué de baño!

A tropiezos quería salirse de allí, pero la voz de Anastasia vino de afuera.

—¿A dónde se fue? ¿Dónde está?

—La vi correr hacia esta dirección, ¿por qué ha desaparecido?

—¡Debe estar en el baño! ¡Venga! ¡Entremos a buscar!

El rostro de Cordelia cambió levemente, levantó la cabeza para mirar hacia enfrente y sintió que el que estaba fumando le sonaba de algo.

—Señor, ¿puedo esconderme aquí por un tiempo?

Aunque era una petición muy extraña, pero para no ser atrapada por Anastasia, tuvo que hacerla.

Aurelio no tenía expresión en la cara, y su mirada gélida recorrió sobre Sergio que se estaba levantando apresuradamente los pantalones a su costado.

—¡Fuera!

Sergio estaba muy asustado, pero cuando escuchó su orden se alejó rápidamente.

Cordelia se sintió un poco mareada e inconscientemente quiso sujetarse de algo, pero de improvisto sus pies se quedaron sin fuerza y se caía hacia adelante.

Se asustó y cerró los ojos subconscientemente.

Sin embargo, el dolor esperado no le llegó porque alguien extendió un brazo delgado y fuerte para levantarla.

Se estrelló contra el abrazo del hombre. Eso hizo que se sintiera aún más mareada, e involuntariamente se deslizó hacia abajo.

Aurelio solo pudo tirar el cigarrillo y usar ambas manos para sujetarla. Al verla completamente borracha, frunció levemente las cejas.

—Cordelia, ¿cuánto has bebido?

Cordelia escuchó a la otra persona llamarla por su nombre y se dio cuenta de que este hombre la conocía, entonces se quedó un poco confundida.

—¿Me conoces?

La mirada de Aurelio estaba muy tranquila, sus emociones apenas eran visibles.

Después de un rato, movió las comisuras de los labios con frialdad.

—¡No te conozco!

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