Mi Esposa Astuta romance Capítulo 31

Aunque la riqueza que poseía la familia González había superado con creces la media, todavía no alcanzaba ni siquiera una mera proporción de la de la familia Amengual.

Manuela había ido adquiriendo más manía a los privilegios materiales, ya que era amiga de Ariana desde la infancia.

Cuando Ariana estaba de buen humor, le gustaba ofrecer a Manuela algo que ya no le gustaba o que alguna vez había abandonado.

Aunque Manuela sólo recibía cosas usadas, su valor seguía siendo superior a lo que podía permitirse. Sólo cuando se quedó con Ariana, pudo saborear la alegría de vivir como una dama rica entre la clase alta.

Así que Manuela había estado adulando a Ariana sólo porque anhelaba tener privilegios. En realidad, despreciaba a Ariana desde el fondo de su corazón, a quien consideraba ignorante aunque con una apariencia deslumbrante.

—Tomás, ¿qué te ha traído aquí? —Manuela se apresuró a acercarse emocionada al verlo.

—¿Dónde está Camila?

Tomás miró a su alrededor pero sólo encontró a Manuela aquí sola. Así que pronunció para preguntar.

Manuela estaba enamorada de Tomás desde hacía mucho tiempo, pero no había tenido el valor de confesarlo por si provocaba la envidia de Ariana. Así que tuvo que mantenerlo como un secreto. Pero ahora le apetecía poner en práctica su sentido del flechazo al comprobar que no había nadie más cerca.

—Camila le pidió a Ariana que saliera a hablar. Tal vez pase bastante tiempo antes de que ella regrese.

Manuela sintió que tartamudeaba al enfrentarse a su príncipe azul. Su corazón empezó a desbocarse.

—Entra, toma asiento. No hace falta que te quedes quieta para esperarla —sugirió Manuela con la cara sonrojada. Dio un pequeño empujón para dejar espacio a Tomás para que entrara.

—De acuerdo.

Como siempre, Tomás no mostró ningún interés en mirarla. Por no hablar de una charla con ella. Entró y se sentó en el sofá.

—¿Quieres una copa de vino? La cosecha acaba de ser enviada por avión. Preocupada por si Tomás se marchaba primero por impaciencia, Manuela llenó una copa de vino, intentando que se quedara un poco más.

Le pasó el vaso de vino. Sin embargo, se sintió golpeada por la embriaguez. Impulsada por la embriaguez, aprovechó para echarse en sus brazos.

...

Ariana empezó a impacientarse por haber caminado con tacones altos durante una larga distancia. Al ver que Camila seguía caminando hacia adelante, la agarró del brazo para preguntarle:

—¿A dónde me llevas para hablar?.

—Quiero retocar mi base de maquillaje en el baño. Pero me aburro si camino sola una distancia tan grande. Así que quiero que me acompañes hasta allí. Lo que sea. No parecías ocupada —Camila se volvió para sonreírle irónicamente para responder.

—¿Me estás tomando el pelo? —Ariana estaba irritada. Se dio la vuelta para marcharse.

—Apuesto a que verás algo interesante cuando vuelvas a la habitación —Camila sonrió para murmurar mientras Ariana se alejaba.

...

—Manuela, ¿has...? —Ariana se dirigió a la puerta y la empujó para abrirla. Pero antes de que terminara sus palabras, vio algo que podría encender su ira: Manuela estaba apoyada en Tomás con los brazos rodeando su cuerpo. Sus ojos estaban llenos de infatuación.

Al oír la voz de Ariana, Manuela, que seguía llevando una mirada embriagadora, no pudo evitar temblar de pánico. Su rostro se volvió pálido. Se apresuró a arreglar su desaliñado top.

Pero Tomás seguía manteniendo la compostura como si no hubiera pasado nada. Siempre le ocurría lo mismo una y otra vez. Se había acostumbrado a ello. Desde su perspectiva, era un juego común para matar el tiempo.

—¿Dónde está Camila? —Tomás se acercó a Ariana para preguntar, ya que seguía preocupado por Camila.

—¿Camila? ¡Siempre Camila! Se está retocando el maquillaje en el baño —Aunque confundida y molesta, Ariana aún contuvo su rabieta y forzó una sonrisa frente a su príncipe azul.

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