Mi pequeño caos (COMPLETO) romance Capítulo 8

Me miro al espejo de cuerpo completo buscando cambios en mí, como lo hago todos los días después de darme una ducha. Según mis cálculos, tengo tres meses de embarazo así que debería comenzar a ver, aunque sea una pequeña hinchazón en mi estómago, pero no veo ninguna diferencia.

Puede que buscarme cambios todos los días no sea una buena idea. Parece que mientras más busco a este bebé, menos lo encuentro. La única prueba que tengo de que este bebé existe son las pruebas de embarazo que aún tengo guardadas debajo de mi colchón, los cambios de humor y el poco apetito por ciertas comidas que antes me gustaban, pero nada más. No ha habido más vómitos y no he cambiado físicamente.

A veces pienso que todo es producto de mi imaginación y que este bebé existe, pero es solo la niña miedosa interna que tengo tratando de engañarse a sí misma.

Puede que no se note mucho físicamente, pero en mi interior yo sé que estoy embarazada. Lo presiento, aunque suene muy extraño.

No tengo muchas ganas de pensar que vestirme. Además, no planeo salir hoy, así que me pongo un vestido de verano color azul que me llega un poco más arriba de las rodillas. Mamá me lo regaló hace un tiempo, pero yo no soy del tipo de chica que usa vestido así que nunca lo usé. Ahora, me parece cómodo y no es tan malo como pensé. Me pongo unas calzas cortas debajo del vestido y así estoy más que cómoda.

Amarro mi cabello rubio en una cola de caballo y me calzo unas Converse porque, aunque no lo crean, si se puede usar vestidos con este tipo de zapatillas y se ve muy bien.

Deben ser las once de la mañana. Robbie sigue durmiendo y mamá está en el trabajo o quien sabe dónde. Tampoco es que me importe. No nos hemos estado llevando tan mal últimamente porque se ha preocupado más de pelear con mi hermano que conmigo.

Pienso que sería una buena idea si busco algún trabajo desde mi computadora. No creo que vaya a ser fácil porque tengo quince años aun, pero podría intentarlo. Además, una vez Mack me comentó que hay una página que se especifica en trabajos para estudiantes. Lo encuentro fácilmente y me pongo a ojear los artículos. Hay muchos y no me sorprende porque es la temporada de verano, pero ya está terminando así que debo apurarme en encontrar algún trabajo.

Me detengo cuando veo el logo de la heladería a la que fui con Bren antes de que se fuera de vacaciones. El artículo no está muy claro así que pienso que es mejor ir a hablar en persona a ver qué puedo hacer allí.

Le dejo un mensaje a Robbie, tomo mi celular y mis llaves y salgo de la casa. Camino hasta la heladería que recién está abriendo así que me encuentro con quien supongo es el dueño. Un señor de unos setenta años con el cabello y una barba blanca.

-Buenos días- lo saludo con cortesía.

-Buenos días, señorita- saluda él de la misma manera.

-Vi en una página de internet que necesitaban alguien que trabajara para ustedes- digo de manera tímida.

-Una de mis nietas me convenció de hacer eso- dice él de una manera paternal- Ella también trabaja aquí, pero solo los fines de semana.

Yo asiento sin saber muy bien qué más decir. Si me dan el trabajo voy a tener que trabajar extra porque no sé cómo tratar con la gente de forma agradable. Yo soy más bien del tipo toma tu helado y vete. Si te gusta bien, sino no me importa.

El anciano me hace pasar al local y se sienta tras el mesón de pedidos. Me hace sentarme frente a él mientras toma un papel y un lápiz.

- ¿Cómo te llamas?

-Acacia Baker- respondo y apenas reconozco mi voz.

- ¿Cuantos años tienes, cielo? - me pregunta.

Me encantaría que él fuera mi abuelo. Los míos murieron cuando tenía cuatro y seis años así que no pude disfrutar mucho de ellos.

-Tengo quince años- digo más tímida aún.

- ¿Cuándo cumples los dieciséis?

-El 18 de noviembre.

- ¿Tienes el permiso de tus padres para trabajar?

-Si- miento, aunque no creo que mamá ponga problemas cuando se lo pregunte.

- ¿Cuál te gustaría que fuera tu horario?

-Puedo venir todos los días después de clase- digo con urgencia. Necesito el dinero- Salgo a las cuatro de la tarde todos los días y puedo venir los fines de semana todo el día.

- ¿Estás segura de eso?

-Me comprometo al cien por ciento si es que me da el trabajo, señor.

El anciano me mira como inspeccionándome. Espero dar una buena impresión por el modo en que estoy vestida.

- ¿Puedes traer el permiso de tu mamá mañana en la tarde para poder comenzar a trabajar pasado mañana?

- ¡Si! - exclamo con felicidad.

Pienso si debo decirle que estoy embarazada. Digo, es lo justo, no quiero tener que venir un día a trabajar con un vientre enorme de embarazada y sorprender a mi jefe. Aun así, es difícil. Sería la primera vez que se lo contaría a otra persona. No lo conozco, pero de todas formas es complicado.

-Señor- le llamo la atención- Antes de que diga cualquier cosa, tiene que saber algo de mí.

-Claro, dime.

-Yo...- titubeo un poco, nerviosa- Yo estoy embarazada, señor. - digo con un hilo de voz.

Me dan ganas de llorar, pero me aguanto bien. Es tan diferente decirlo en voz alta que decirlo en mi cabeza.

El anciano me mira con tristeza y después me sonríe. No sé qué estará pensando y tengo mucha curiosidad por saber.

-Ven mañana con el permiso de tus padres y hablaremos, Acacia- dice con una sonrisa digna de un abuelo adorable.

Le sonrío y le doy las gracias para luego salir del local. No ha salido tan mal, aunque las ganas de llorar no se han detenido. No puedo creer que la primera persona que sabe que estoy embarazada es un señor que no conozco. Aunque ya era hora de tener que aceptarlo un poco. Mi primera cita médica es la próxima semana y ahí los doctores también se van a enterar.

Camino lentamente de vuelta a casa. Justo en ese momento, mi celular suena y mi corazón da un vuelco cada vez que lo hace pensando que podría ser Tony, pero no me decepciono por completo cuando me doy cuenta de que es Bren quien llama.

-Hola, Bren- saludo cuando contesto la llamada.

-Hola, linda Cass- saluda haciendo que me sonroje levemente.

- ¿Cómo está el día por la playa?

-Pues, no tengo como saberlo- dice y frunzo el ceño, aunque él no puede verme- Llegué a casa hace unos cinco minutos.

- ¿Es en serio, Bren? - pregunto emocionada.

-Si- dice él con la misma emoción- ¿Quieres venir a saludar a tu querido... amigo?

No me pierdo el modo en que dijo "amigo". No fue normal y como que no quería decirlo, pero de todas formas no le digo nada y lo dejo pasar.

Ya dije antes que me voy a concentrar en mi embarazo y no en los chicos. No necesito más caos en mi vida. Ya suficiente tengo con estar embarazada a los quince años.

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