Mi pretendiente es mi EX-MARIDO romance Capítulo 1

-Feliz tercer aniversario de bodas. Vuelva a casa temprano. Te preparo una sorpresa, y estoy cierto de que te encantará.-

Después de enviar el mensaje, Doria Aparicio dejó su teléfono y volvió a entrar en la cocina, apagó el fuego del hornillo, y se fue a cortar verduras, ocupada pero encantada.

Él no lo contestó este mensaje, pero parecía que no afectó su buen humor.

La sirvienta dijo, -Señora, déjeme ayudarle.-

-No, tú haz lo tuyo, quiero prepararle una comida esta noche, por mí solo.-

La sirvienta dijo con envidia, -Ustedes estaban tan enamorados.-

Doria sonrió torpemente, y no la respondió.

¿Enamorados, ella y Édgar Santángel?

No se trataba tanto de afecto, se trataba más de una actuación.

A las siete de la tarde, Édgar Santángel llegó a casa y la sirvienta se fue sabiamente.

Tan pronto como Doria puso la mesa, sintió el calor del hombre sobre ella. Su barbilla se dobló, y los labios fueron bloqueados bruscamente por el hombre. Ella quedó aturdida por un momento, después lo empujé con las manos.

Édgar agarró su cintura y pellizcó su barbilla con dedos largos. Sus ojos negros se entrecerraron levemente, pero sus palabras fueron frío. -Me pediste que volvía temprano, ¿no es solo por esto?-

Doria explicó en voz baja, -No, hoy es nuestro tercer aniversario. En efecto, tengo un regalo para ti.-

Édgar la soltó, y arregló la camisa arrugada ligeramente, dijo, -¿Regalo? No lo necesito. Después de todo, tus sorpresas siempre me asustan sin alegría.-

Doria frunció los labios, y se dio la vuelta a la cocina sin replicar.

Pronto, el ultimó plato ya estuvo en la mesa.

Doria se sentó frente a Édgar, se sirvió vino tinto en su copa y se lo sirvió a sí mismo.

Cogió la copa de vino, -Para celebrar nuestro tercer aniversario, salud.-

Bajo la luz, los rasgos faciales del hombre eran hermosos. La línea de la mandíbula inferior era limpia y profunda, y la nariz era recto. Se mordió el labio fino ligeramente, lo que indicó que no estaba satisfecho con este aniversario de solo dos personas.

Doria sonrió y no esperaba que él respondiera a ella, así que tomó la copa de vino tinto y se la bebió con la cabeza levantada.

Después de beber, continuó sirviéndose una segunda taza.

Una y otra copa.

Al final, Doria se emborrachó un poco, y miró al hombre pegando a la mesa, cuya expresión siempre así. El tono de Doria se alargó un poco más, -Édgar Santángel, ¿no puedes sonreírme en este día tan especial?-

-¿Qué quieres, que me vuelva loco contigo o que pase este aniversario extremadamente aburrido contigo?-

-¿Cómo puede ser aburrido? ¿Cuántos aniversarios de bodas puedes tener en la vida? Tal vez después de esto, no habrá el otro.-

Parecía haber oído una broma, Édgar se rió suavemente, -¿Lo dejarás pasar?-

Doria agitó la copa, sus ojos estaban humedecidos bajo la suave luz, -Debería ser... no.-

Édgar no quería perder el tiempo aquí con ella y subió las escaleras.

Muy molesto, se quitó la corbata y la chaqueta, cuando estaba a punto de desabrocharse la camisa, lo envolvió por un par de suaves manos detrás de él, y el olor a vino lo siguió, muy abrumador.

Doria dijo, -Un momento, todavía no te doy el regalo...-

Édgar se dio la vuelta, metió las manos en los bolsillos del pantalón y la miró en silencio.

Las mejillas de Doria se sonrojaron y un par de ojos espléndidos lo miraron con inocencia, haciendo que el hombre no pudiera desviar la mirada.

Rozando la manzana de Adán, Édgar pensaba, aunque no quería admitir, la persona frente a él era indudablemente hermosa, y poseía suficiente atractivo para los hombres.

Si no, no habría sido engañado por ella.

Más abajo, estaban los labios que se habían empapado en vino tinto, rojo y vivo.

Cuando esas manitas se metieron en su camisa, él le levantó la barbilla casi sin dudarlo, puso los labios en su boca, y la apartó con fiereza.

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