Mi pretendiente es mi EX-MARIDO romance Capítulo 1191

La película empezó a rodarse con discreción, y cuando se trataba de algunas escenas delicadas, Blanco venía y se comunicaba con Leila por adelantado, cuidando sus sentimientos.

Leila consideró que, desde que se había hecho cargo de la película, estaba preparada para ello.

Además, todos los miembros del reparto se conocían y el ambiente era muy alegre.

En cuanto Blanco anunció el cut, la depresión que se había cernido sobre el plató se disipó al instante.

Hermer Moreno también se mostró muy abierto y hablador, y la colaboración fue una buena experiencia en todos los sentidos.

De vuelta al hotel, allí estaba Ismael esperándola de nuevo.

Leila no tenía mucho tiempo para estar sola, así que esas emociones no podían controlarla.

El rodaje fue muy bien y fue muy cordial.

Al mediodía, Leila acababa de terminar una escena cuando su ayudante Milla se le acercó y le susurró:

—Leila, hay alguien aquí que quiere verte.

—¿Quién es?— Leila giró la cabeza.

—Dice ser tu madre— Milla quiso hablar, pero se detuvo.

—Lo tengo— Leila se recogió despreocupadamente el pelo, se lo ató detrás de la cabeza y se acercó.

No muy lejos, Lisbet estaba allí, más delgada y con una expresión no tan buena como antes.

El rodaje había ido bien hoy y probablemente terminaría pronto, y Hermer había dicho que había invitado a Ismael a jugar al baloncesto por la tarde, así que hoy estaba de buen humor y vio a Lisbet con poca emoción:

—¿Qué quieres?

Los labios de Lisbet se crisparon un par de veces:

—¿Tienes idea de lo que me espera? Tu jefe me está demandando, e Ismael Collazo, también está…

—Si algo va mal sólo dilo, tengo trabajo.

Al ver que estaba a punto de marcharse, Lisbet se inquietó y alargó la mano para tirar de ella:

—Leila, no lo sabía en el pasado. Si hubiera sabido que la novia de Ismael Collazo eras tú, no habría dejado que Edyth hiciera lo que hizo.

Leila se echó a reír:

—¿De verdad? Pensé que si lo hubieras sabido, me habrías pedido que le diera Ismael a Edyth.

La expresión de Lisbet cambió varias veces y las palabras se le atascaron en la garganta. Si lo hubiera sabido, lo habría pensado.

Pero ahora la situación era completamente diferente, y Lisbet dijo:

—Aun así, lo hago por tu bien, Familia Figueroa y Familia Collazo hacen buena pareja, son de la misma familia, eres una vedette, eres una mujer juvenil, si él se aburre y te deja, te arrepentirás.

—¿De qué tengo que arrepentirme? Estoy con él porque me gustamos, y aunque nos separemos en el futuro, será porque ya no hay sentimientos. Estoy confundido sobre por qué todos ustedes tienen esta idea de que estoy obligado a arrepentirme.

—Eso es porque eras joven, tu padre y yo éramos…

—Mi padre ya me ha dicho todo eso. No voy a hacer comentarios sobre tu matrimonio en primer lugar, y de todos modos, ahora has encontrado tu propia felicidad, y ya que estás tan disgustada con esa experiencia pasada, no deberías volver a mí.

—¡Eres mi hija pase lo que pase!

—¿Seguirías pensando que soy tu hija si sólo ganara cinco o seis mil al mes?— Leila la miró.

Sin esperar la respuesta de Lisbet, Leila continuó:

—Sé por qué has vuelto a mí y por qué me has pedido tanto dinero, no tengo ninguna obligación de cubrir el déficit de la empresa de tu actual marido, pero sí tengo una obligación contigo de apoyo, puedo enviarte dinero cada mes o puedo darte diez millones de dólares de una sola vez.

—¿Diez millones?— Lisbet frunció el ceño con fuerza, como si pensara que el precio era bajo.

—Si quieres pasar por el proceso legal está bien, he consultado a un abogado y en un caso como este, puede que ni siquiera acabes con un millón.

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