Mi pretendiente es mi EX-MARIDO romance Capítulo 1235

Desde que Ismael y Leila se casaron, la presión se la han dado a Alex Curbelo y Vicente Laguna.

Alex ha estado rodeado de novias, una tras otra, pero no le ha visto enamorarse realmente de nadie.

Vicente, por su parte, es una persona muy diferente a Alex, que parece no tener otra cosa en la cabeza que trabajar.

Doria se sintió muy incómoda con la opresión capitalista de Édgar y organizó algunas citas para Vicente, pero todas acabaron siendo infructuosas.

Con el paso del tiempo, Doria empezó de repente a plantearse un problema y se dirigió a Vicente en privado.

—Vicente, ambos nos conocemos desde hace muchos años y, aparte de todo lo demás, deberíamos ser amigos, ¿no?

Vicente no entendió, pero asintió con la cabeza.

—Por supuesto.

—Entonces, ya que me consideras amiga, dime sinceramente, ¿hay alguien que siempre te haya gustado en el fondo de tu corazón, pero que por los prejuicios del mundo nunca hayas podido decirlo y hayas tenido que esperar a su lado en silencio? —Doria bajó la voz y preguntó misteriosamente.

—¿Qué? —Vicente estaba muy confundido.

Doria no quiso andarse por las ramas y dijo sin rodeos:

—Dime, ¿te gusta Édgar?

Vicente, por primera vez, perdió la compostura de asistente y estuvo a punto de saltar, pero mantuvo la última pizca de calma gracias a la supresión de su ética profesional y contestó.

—Aunque hay mucha gente a la que le gusta el señor Édgar, la verdad es que no lo tengo en mente.

Con eso, volvió a levantar la mano y dijo, muy escrupulosamente.

—Juro que si tengo algún amor por el Sr. Édgar, seré golpeado por Dios.

—No importa que bromee, pero te he preparado muchas citas, ¿y no te gusta ninguna? ¿De qué tipo te gustan realmente? —dijo Doria.

Vicente se sentó y pensó brevemente.

—No sabría decirlo, tal vez simplemente no está destinado a ser.

—Estás en la treintena, si sigues así sólo te esperará el amor crepuscular.

Era cierto que Vicente nunca se había planteado este aspecto de su vida, ni estaba poco dispuesto a emprender una relación, o conocía la importancia de la naturaleza de su trabajo, y el aspecto afectivo quedaba naturalmente relegado en comparación con los dos.

Los que habían salido antes pero no funcionaron tenían razones para ello.

Doria también lo sabía, por eso le había preguntado a Édgar lo ocupado que estaba Vicente. De hecho, Vicente era ahora vicepresidente ejecutivo del Grupo Santángel, pero no tan ocupado como para estar de guardia las 24 horas del día como ayudante de Édgar.

—Te diré una cosa, te voy a organizar unas cuantas citas más, si no puedes, vete a un programa de citas, contacta con más gente, siempre puedes conocer a alguien que te guste —dijo Doria.

—No, no hace falta —Vicente intentó negarse.

—Entonces quizá le pida a Édgar que te dé vacaciones, tómate un tiempo libre, sal y diviértete, quizá tú también conozcas a un amor maravilloso.

Bien pensado, Vicente optó por lo segundo.

Era mejor quedarse en casa que salir en una cita a ciegas.

Antes de salir, Doria pensó de repente en algo, dio unos pasos y se volvió, susurrándole a Vicente.

—No le cuentes a Édgar la pregunta que acabo de hacerte.

Si Édgar se enteraba, Doria no lo pasaría bien.

Vicente asintió e hizo un gesto de ok.

Doria se apresuró y Vicente recibió, aquella misma tarde, un mes de excedencia.

De regreso, Vicente cogió unas latas de cerveza, con la intención de volver a casa para pasar unos días de completo descanso.

Apenas hubo llegado a la puerta de su casa, recibió una llamada de Édgar para invitarle a tomar una copa.

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