Mi pretendiente es mi EX-MARIDO romance Capítulo 1236

Junto al mar, Édgar se quedó quieto, sin saber qué pensar.

—Señor Édgar —Vicente se acercó a él.

—¿Ha venido a despedirlo por última vez? —preguntó Édgar.

Vicente asintió y miró a un lado, donde había unos ramos de flores y una caja vacía.

—Las cenizas fueron esparcidas en el mar, él decía que venía del mar así que quería volver al mar —dijo Édgar.

—¿Sufrió cuando murió, Gran Maestre? —Vicente retiró la mirada.

—Probablemente no tanto como cuando recordó lo que había hecho en el pasado —Édgar soltó una carcajada sonora y ligera.

Vicente se sorprendió ligeramente al oírlo:

—¿Pensó en ello?

—Evitó mi mirada cuando le vi por última vez, debería haberlo recordado —dijo Édgar.

Así que esta vez Israel no volvió a mencionar que debían cuidar de Blanca. siguió tosiendo, quizá queriendo decir algo, pero incapaz.

Sólo después de un largo rato Édgar continuó:

—Es bueno que pueda olvidar el pasado y vivir estos años en paz, recordando antes de partir, que es una misericordia de Dios y una tortura. Que no cierre los ojos sin arrepentirse.

Vicente no supo qué decir por un momento. Guardó silencio un instante antes de decir:

—La chica…

—Le prometí que no faltaría a mi palabra.

Vicente supo qué hacer con ella y asintió para marcharse.

Al otro lado, Doria y Blanca estaban sentadas en el patio, mirando el cuadro bajo la esquina, Blanca con los ojos muy abiertos.

—¿Mi hermano no volverá nunca, como el abuelo?

Doria le acarició suavemente la cabeza.

—Blanca, cuando los eches de menos, puedes mirar hacia arriba, siempre estarán ahí para ti.

En la mano de Blanca estaba aferrado el reloj que había pertenecido a Israel. Miró hacia arriba y sólo vio nieve espesa.

Doria la siguió con la mirada.

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