Mi primera vez (COMPLETA) romance Capítulo 21

Cuando llegamos a la granja, Nicky traía a Fugaz también, me bajé de su yegua blanca. Aún sentía el susto que había pasado hace tan solo unos minutitos. Y en definitiva me quedaría ese pequeño trauma. Al menos no volvería a montar a Fugaz por un buen tiempo. Nicky se bajó también, mi padre apareció.

—¿Alicia ? ¿Qué pasó?

—Nada, solo fuimos a dar un paseo por ahí —me encogí de hombros llevando mis manos a los bolsillos delanteros de mi short.

—¿Fugaz está bien? Se ve un poco desorientado.

Miré a Nicky.

—Lo está, es un caballo muy obediente. Solo necesita descansar —respondió el por mí— La yegua es de un amigo que vive por aquí cerca, tengo que pasar por su finca.

—Está bien —asintió mi padre— Llevaré a Fugaz por algo de agua. Alicia , creo que tu madre estaba buscándote. En un rato iremos tú abuelo, ella y yo a comprar unas cosas a Nashville para los caballos. No sabemos a qué hora regresaremos. Además de que escuché que entraría una tormenta. No sabemos qué traen esas tormentas, las nubes suelen ser Cumulonimbus, traen mucho viento y es probable que se formen tornados. Tu madre me dijo que regresarían hoy —nos miró.

Miré a Nicky, el cielo se estaba oscureciendo un poco. Era increíble cómo cambiaba el clima de un momento a otro.

—Si usted gusta puedo acompañar a Alicia , digo, para que no se quede sola. Además de que si hay tormenta no creo que sea conveniente manejar así. Los esperaremos —Nicky se puso a la par mía.

—Sé que es el jefe de Alicia pero no quisiera abusar, quizás tiene mucho trabajo en su empresa.

—No se preocupe, es la ventaja de ser el dueño. Hay gente trabajando para ti. Por mi no hay problema.

—Entonces muchas gracias. Iré a encerrar a Fugaz y a los demás caballos. Deberían ir dentro.

Mi padre se alejó junto con Fugaz.

Ahora me giré a mi jefe, que momentos antes se había querido propasar conmigo y quizás me había portado un poco grosera con el. Había un poco más de viento ya.

—Señor Chance, con respecto a lo qué pasó hace rato...

—¿Señor Chance? ¿Cuando volvimos a las formalidades? —me miró con desdén. Al parecer no le gustó nada que lo haya tratado de esa forma. Igual también me sentí rara. Pero al fin y al cabo era mi jefe y tenía que respetarlo. Y quizás así cada quien se daba cuenta de cual era nuestro lugar. Y quizás respetábamos nuestro espacio.

—Es mi jefe, ¿no? Solo lo trato a como debe de ser —me giré sobre mis talones rumbo a la casa. Él me siguió.

—Alicia , si es por lo qué pasó en la laguna perdóname, simplemente que no lo pude evitar.

Sentí algo en el estómago cuando me dijo eso pero me contuve. Nicky está acostumbrado a las buenas mujeres, a mujeres súper bonitas y exitosas. Esas son sus tipos de mujeres y todos lo saben. Yo no soy nada a la par suya. Solo soy una simple secretaria.

—No importa, eso ya quedó en el pasado. —subí las escalerillas y llegué a la puerta.

—Alis... —me tomó del brazo e hizo que lo mirara. Parecía un poco desconcertado ahora.

—¿Dígame?

—No estamos en horarios de trabajo, puedes tutearme.

Morí mi labio inferior. Y él lo notó. Pude notar como sus ojos chispearon. ¿Qué se supone que significaba eso? ¿Acaso había una mínima posibilidad de que le gustase a mi jefe? Porque yo lo veía como imposible.

—Está bien —asentí y me zafé, abriendo la puerta principal. Mi madre venía con mi abuelo. Ellos iban listos para salir. Mi abuelo llevaba su sombrero blanco y el de mi madre era rosa.

—¡Alis, Nicky! Volvieron justo a tiempo, ¿te contó tu padre?

Asentí.

—Bueno, no estaba segura de que sí te podrías quedar a solas con todo esto pero ya que está Nicky aquí, ¿por qué no se quedan juntos?

Mi abuelo llevaba una especie de ramita entre sus labios y rodó los ojos cuando mi madre me dijo eso. El abuelo sabía que ella podía hacer muchas cosas para salirse con la suya.

—Nicky tiene que... —empecé a decir pero el me interrumpió.

—Tenga por seguro de que me quedaré aquí mientras ustedes no estén.

—Eso lo sabemos muy bien —mi abuelo hizo un levantamiento de sombrero mirando a Nicky, no supe muy bien qué significó ese gesto. —Vámonos, Miranda, necesitamos llegar antes de que venga la tormenta. Cuídate mucho, Alis, y pórtate bien —pasó a mi lado pinchándome la nariz.

—Sí, pórtense bien —luego mi madre también salió.

Afuera, mi padre venía en la camioneta. El abuelo se montó en los asientos de atrás y mi madre al copiloto. Cuando arrancaron, ella hizo la seña de adiós con su mano. Se habían ido. El viento empezaba a ponerse un poco más fuerte.

—¿Entonces...? —empezó a decir mi jefe— Ya que viene una tormenta tenemos que revisar si tenemos todo lo necesario. ¿Tu padre dejaría encerrados a los caballos en los establos? —se adentró a la casa, me adentré yo también cerrando la puerta.

—Pues eso fue lo que dijo que haría.

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